Barcelona Wine Week

BWW, día 3: tantas historias como bodegas

El último día del salón vinícola sirve para constatar la importancia del retorno a la presencialidad para el mundo del vino

El salón ha recibido a más de 18.000 profesionales en su tres días de duración y se han servido 165.000 copas en sus zonas de cata

En el apartado de actividades, en esta última jornada se ha hablado de variedades de uva recuperadas o vinos catalanes innovadores

Dos visitantes del salón Barcelona Wine Week observan los vinos expuestos

Dos visitantes del salón Barcelona Wine Week observan los vinos expuestos

Eduard Palomares

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En pocos sectores importa tanto el discurso como en el mundo del vino. Por eso, en un salón como Barcelona Wine Week, con 10.000 metros cuadrados y más de 650 expositores, el sentido del oído cuenta tanto como el del gusto. Porque es así como se puede conocer la historia de cada bodega, más allá de si es grande o pequeña, pertenece a una u otra denominación de origen o tiene una mayor o menos capacidad de distribución.

Por este motivo, la segunda edición del salón ­–que ha celebrado hoy su jornada final en el recinto ferial de Montjuïc– ha buscado cierta igualdad de oportunidades entre todos los participantes, con un espacio dividido entre BWW Lands (para las DO), BWW Brands (para marcas reconocidas) y un espacio dedicado a bodegas ecológicas y artesanas.

La clave del éxito en una feria así, por lo tanto, es la capacidad que tenga cada expositor para dar a conocer su esencia y personalidad. Cada uno la suya, para conectar así con el comprador que más encaje con sus valores. Y es que a BWW se va a escuchar y luego a catar. Si luego, además, se establecen acuerdos de negocio, ya es de sobresaliente. En todo caso, las cifras cosechadas durante los tres días de salón son más que notables: más de 18.000 profesionales, 6.600 reuniones y 800 nuevas referencias presentadas.

Proyección internacional

proyectar la excelencia y diversidad del vino español Javier Pagés,las 60 denominaciones de origen catalanas y españolas que han estado presentes en Barcelona Wine Week,

“El balance es positivo, la mayoría de bodegas están contentas, sobre todo con la afluencia del público catalán e internacional, aunque quizás falta atraer aún a más compradores españoles. Pero necesitábamos este retorno a la presencialidad, porque el mundo del vino está basado en la historia, la propia como territorio y la de cada bodega, y necesitamos explicarla”, apunta Francesc Olivella, director de la DO Penedès. Avanza, además, que las cifras de producción de este primer trimestre del año se comienza a parecer a las del 2019.

Bodegas singulares

Además de los estands de las diferentes denominaciones y de grandes marcas como Freixenet o Juvé i Camps, en una esquina del salón han compartido espacio unas 80 bodegas independientes, muchas de ellas agrupadas en la asociación Artisan Wine Attraction. Aquí, claro, las historias se multiplican. “Somos como una familia y buscamos tejer una red de pequeñas bodegas, con vinos naturales, ecológicos y biodinámicos”, explica una de sus impulsoras, Pilar Higuero. Su bodega, Lagarde Sabariz, se encuentra en Galicia, donde elaboran vinos “disruptivos y casi fuera de la ley” como su A Pita Cega, un albariño envejecido.

La zona de exposición de BWW dedicada a las pequeñas bodegas ecológicas.

La zona de exposición de BWW dedicada a las pequeñas bodegas ecológicas. / Fira de Barcelona

Aquí también se pueden encontrar bodegas tan singulares como Comalats, la única bodega que existe actualmente en la comarca de La Segarra (Lleida), situada a 700 metros de altura en L’Ametlla de Segarra. “Elaboramos pequeñas producciones, de cultivo ecológico certificado, que intentan ser divertidas, amables y que conectan con nuestro territorio, la Vall del Corb”, comenta su representante en la feria, Bernat Fuertes. O la bodega Bellmunt i Oliver, la primera de Castelló en elaborar vinos espumosos naturales, mediante métodos ancestrales y recuperando variedades autóctonas de la zona, como la embolicaire.

Aparte del área de exhibición, otra de las zonas que han marcado el ritmo de la Barcelona Wine Week son los espacios para la cata, donde se han servido más de 165.000 copas de vino. Había de tres tipos: los ofrecidos por los expositores, los que formaban parte del programa de actividades y los autoguiados en la barra Wine Tasting Journey - Hidden Grapes, dedicado a variedades minoritarias y referencias desconocidas. Este ha sido, de hecho, el gran acierto de BWW: unir lo grande con lo pequeño, lo conocido con lo desconocido, el pasado con el futuro. Y bajo esta filosofía, el salón busca su camino propio para el año que viene, separado de Alimentaria, y consolidado como la primera gran feria vinícola del año en toda Europa.

Uvas recuperadas y vinos que innovan

La última jornada en el BWW Hub, el espacio dedicado a sesiones y ponencias de la feria, ha servido para sentar las bases del futuro del cultivo de vino en el territorio mediterráneo. Pero, curiosamente, para ello hay que mirar al pasado. De eso trata el proyecto Minorvin –impulsado por el Incavi, el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) y el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA)–, que tiene como objetivo la recuperación de variedades autóctonas minoritarias o de las que se tiene constancia histórica, incluso de aquellas que desaparecieron por la filoxera.

El objetivo es afrontar el cambio climático con “variedades mucho más adaptadas al territorio mediterráneo, más resistentes a la sequía y que no maltratan la tierra”, tal y como explica Xavi Nolla, sumiller, formador e impulsor de enoAula, encargados de la organización de las catas, la barra de variedades minoritarias y algunas ponencias de BWW. “Deberemos aprender a reinterpretar la producción a partir de estas variedades, que pueden dar vinos excelentes”.

Otra de las sesiones finales de esta edición ha ido a cargo del sumiller Ferran Centelles, fruto de la colaboración de Caixabank con elBullifoundation, en la que ha buscando vinos catalanes innovadores. “Se trata de una selección de proyectos que aportan algo diferente, tanto a nivel del producto como de comunicación. Variedades recuperadas, procesos de elaboración diferentes, conceptos minimalistas, etiquetas sorprendentes…”, apunta el sumiller. Una prueba más de que el mundo del vino es más bien un universo.

También se celebró una cata organizada por el colectivo Mujeres del Vino, con el objetivo de visibilizar a las profesionales vinícolas. Y el martes se reflexionó sobre la importancia de avanzar en la descarbonización del sector de la mano de International Wineries for Climate Action, de la que forma parte Familia Torres.