Eclipse asiático sobre el Mediterráneo

Cae la noche sobre la playa de Sant Sebastià y resulta inevitable elevar la mirada hacia lo más alto de esa gigante vela que, en pocos años, se ha convertido en uno de los principales iconos arquitectónicos de la ciudad. El hotel W Barcelona se aboca al Mediterráneo como ningún otro. Y allí arriba, en el nivel 26, se distingue una planta bañada en fucsia. Se trata de Eclipse, el lujoso skybar del hotel, abierto al público en general para poder disfrutar de una de las panorámicas aéreas más imponentes de la ciudad. En un ambiente moderno y un diseño eléctrico, el establecimiento tiene capacidad para 240 personas (lógicamente, hay 'tortas' por sentarse junto a los ventanales), que no solo disfrutan de una elaborada coctelería de autor, sino también de una excelente oferta culinaria recientemente renovada, que apuesta por la cocina asiática.

Se trata de un menú basado en los 'dim sum', uno de los emblemas de la cocina china, que consisten en panecillos o empanadillas al vapor, que en el gigante asiático se consumen como aperitivos. Vaya, lo que vendrían a nuestras croquetas.

Eso sí, en Eclipse no se limitan a reproducir las recetas clásicas. Con una mezcla de ingredientes asiáticos y mediterráneos, se opta por gustos contemporáneos, puestos al día, que no dejan indiferente. Por ejemplo el 'dumpling' tostado de panceta de cerdo 'char siu' confitada a baja temperatura con zanahoria púrpura; el 'bun' de rabo de buey con salsa hoisin y nata fresca; o los 'dumplings' de gamba roja y calamarcitos de playa, servidos en masa de cristal.

Son propuestas para una cena informal, en pareja o entre amigos, acompañada por la música más moderna (a veces pinchada en directo por los 'dj’s' residentes) y, casi necesariamente, por alguna de las creaciones de sus fabulosos cocteleros. La nueva carta de combinados se caracteriza por su exotismo e incluye el Bitter Sky o el Mediterranean Treasure, sin olvidar algunas de sus recetas más exitosas, como el Watermelon Martini, el Dark Temptation o el Electric Bite. Y ojo, que entran tan bien que corremos el peligro de creer que, al rato, el viento mece la vela.