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Rodri, tras el gol de la final: "Jugué horrible, pero Dios me regaló esto"

El balón entra en la portería del Inter tras el trallazo del jugador del City, Rodrigo

El balón entra en la portería del Inter tras el trallazo del jugador del City, Rodrigo / Paul ELLIS / AFP

Marcos López

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La final de Estambul tuvo un protagonista destacado, el madrileño Rodri Hernández, de 26 años, convertido eya en un referente de la historia del City por ser el autor de un gol histórico para el club de Manchester y Enrling Haaland, campeón europeo a sus 22 años, sobre el que convergían todas las miradas y que trabajó para el euipo, pero no consiguió el gol que se intuía.

"Dios me regaló esto"

Terminada la primera mitad, y con un juego pobre del City, Rodrigo se coló en el vestuario. Sabía que ese centrocampista “imperial”, como lo definió Guardiola en su día tras eliminar al Madrid en las semifinales de la Champions, no había estado lúcido. Ni mucho menos. No, no era él. Una vez se sentó recibió la visita de Guardiola. «He estado horrible en la primera parte, era algo impropio de mí», contó el exjugador del Atlético de Madrid.

«El míster me ha dicho a la cara que era un líder», reveló Rodri destapando la conversación que mantuvo el entrenador con él. Y el líder apareció en la segunda mitad. Un disparo, un gol, una Champions. «Dios me ha regalado este momento, demostramos que peleamos hasta el final», admitió el jugador del City, quien rompió a llorar al terminar el partido justo ante de besar la Orejona.

¿Cómo fue ese disparo que le cambiará la vida para siempre? «Al principio pensé en pegarle fuerte, pero luego me dije: ‘colócala y metéla dentro’». Dicho y eso. Llegó con un pensamiento al área del Inter y cambió sobre la marcha. Ese disparo curvado de Rodri quebró la resistencia del conjunto italiano, que se quedó desnudo, mientras él («un chico normal»)_gozaba de la gloria.

No necesitó ni tan siquiera el gol del ‘nueve’ para triunfar’

Se quedó seco. Pero acabada la final, Haaland rompió a llorar desconsoladamente. Lloraba roto de emoción porque en su primer año con el City ya ha besado el título más deseado. No fue el mejor partido del delantero noruego, aunque su sola presencia tuvo entretenido a los dos centrales del Inter. Bueno, en realidad, tuvo entretenido Haaland a todo el equipo de Inzaghi. Y eso que el City le costó encontrar a su goleador. Le costó tanto que apenas pudo disparar una sola vez a puerta.

Apenas nueve toques firmó Erling en la primera mitad. Apenas nueve toques hizo en la segunda, estando demasiado impreciso (un triste 37,5% de acierto en el pase), lo que lastró el juego de ataque inglés. Aunque el valor de Haaland se midió, sobre todo, porque ubicado en el centro del ataque condicionó al Inter, que tuvo valentía incluso después del gol de Rodri.

Y el fútbol, caprichoso como siempre es, permitió a Guardiola llevarse la Champions sin necesidad de que su ‘nueve’, el tipo que había entrado para dar una nueva dimensión a su City, se quedara sin marcar un gol. Tampoco lo necesitó porque el delantero entendió que su trabajo era otro. Asustar e intimidar.