FÚTBOL FEMENINO

Recuerdos de una pionera de la selección española de fútbol femenino

Elisabet Sánchez Rubio recuerda su etapa como futbolista cuando se cumplen 40 años del primer partido del combinado español femenino, en el que tomó parte, un amistoso contra Portugal

Arnau Segura

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Elisabet Sánchez Rubio, ya jubilada, cuenta su historia mientras sorbe una taza de café, en un bar del carrer Sardenya y ante una mesa abarrotada de fotos y viejos periódicos con su nombre subrayado en amarillo. Nacida en Barcelona el 29 de diciembre de 1959, es una de las futbolistas que, hoy hace 40 años, jugaron el primer partido de la selección femenina española oficial. Hija de un murciano que trabajaba en la fábrica Estrella Damm y una andaluza que trabajaba como portera, empezó a jugar en las calles de Gràcia y en la plaza del Rellotge.

"Los amigos me venían a picar el timbre. 'Eli, ¿bajas a jugar?'. A mi padre no le gustaba. Siempre me pegaba broncas porque no quería que estuviera con niños. Cuando le veía pasar por la plaza me iba corriendo a casa para que no me viera. O me escondía y después seguía jugando", recuerda. La pelota siempre era de algún amigo: ella no podía ni soñar con tener una. Era la única chica: "La gente que estaba sentada en los bancos me llamaban xicotot. Y yo pensaba que igual tenían razón, porque no era normal en aquellos tiempos, pero yo seguía porque me encantaba jugar al fútbol. Ha sido mi vida y mi pasión".

Su adolescencia coincidió con el I Campeonato de Catalunya de Fútbol Femenino (Copa Pernod): "Justo antes hicieron un cuadrangular el Barcelona, el Espanyol, el Sabadell y el Sant Andreu. Mi madre siempre escuchaba la radio en casa y oyó que pedían jugadoras para formar los equipos para cuadrangular. Y llamó, porque sabía que yo tenía una ilusión enorme por jugar. Siempre me defendía y le decía a mi padre: 'Antonio, déjala, que a ella le gusta". 

Su madre, Pepita, hizo esa llamada de escondidas de su padre.

Sobre de gratificación

Se presentó a las pruebas del Espanyol, con 16 años, un día en Sarriá y con "unas 200 chicas más". El entrenador nos dijo que nos pusiéramos donde quisiéramos. Y me puse en la banda derecha, arriba", asiente. Era la primera vez que pisaba un campo de fútbol. Fue una de las elegidas y, mientras trabajaba en una fábrica de televisores, fue una de las artífices de la victoria del Espanyol en la Copa Pernod, en la que el equipo blanquiazul se impuso al Vic por el goal average: "Fue maravilloso, un subidón de alegría". Recuerda sentir "vergüenza y apuro" al jugar en estadios llenos de gente, como Sarrià o el Camp Nou. No cobraban nada por jugar, aunque, de vez en cuando, recibía un sobre de manos de algún directivo como gratificación por ser la mejor jugadora.

Sánchez

Sánchez / ZOWY VOETEN

Aún guarda una de esas cartas, firmada por el vicepresidente y fechada a 23 de febrero de 1972: "Ruego a Ud. se sirva a aceptar esta pequeña gratificación a la que se ha hecho merecedora por su gran voluntad y entusiasmo puesto en el juego a través de los partidos celebrados en el mes de enero. Interesamos de Ud. absoluta discreción entre sus compañeras de equipo. Al mismo tiempo, la comunicamos que quedan invitados sus padres para asistir el domingo a presenciar el partido que se jugará en la localidad de Bañolas". "Con los años, cuando mi padre me venía a ver se le caía la baba", sonríe. Recuerda con orgullo que Antonio, su padre, consiguió que cien compañeros de la Fábrica ayudaran económicamente al conjunto femenino del Espanyol.

"Nos han dicho barbaridades, muchas vejaciones, pero yo cuando entraba al campo me aislaba de todo, porque si no te afectaba. Nos decían marimacho. Y recuerdo que un día le preguntaron a una jugadora si era más fácil hacer un gol o una tortilla de patatas"

— Elisabeth Sánchez Rubio

Sánchez jugó con el combinado español que entre 1971 y 1972 disputó seis amistosos contra Portugal e Italia sin tener el estatus de selección oficial por la federación española y sin poder lucir un escudo representativo del país en su camiseta, por la desaprobación de las instituciones de la época. Eran días en los que el presidente de la federación española, José Luis Pérez-Payá, aseguraba que "la mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida". "Era machismo puro. Nos han dicho barbaridades, muchas vejaciones, pero yo cuando entraba al campo me aislaba de todo, porque si no te afectaba. Nos decían marimacho. Y recuerdo que un día le preguntaron a una jugadora si era más fácil hacer un gol o una tortilla de patatas", afirma Sánchez con enfado.

"Un sueño"

La federación no reconoció el fútbol femenino hasta 1980, "obligados por Europa". Y el primer partido de la selección femenina oficial no llegó hasta el día 5 de febrero de 1983, o sea hoy hace 40 años: un amistoso ante Portugal (0-1) en el municipio pontevedrés de La Guardia. El seleccionador era Teodoro Nieto: sin haber visto nunca un encuentro femenino, había sido designado 15 días antes, según contó en El País, "porque en la federación pensaban que tenía poco trabajo como seleccionador de fútbol sala".

Elisabeth Sánchez Rubio, esta semana en Barcelona

Elisabeth Sánchez Rubio, esta semana en Barcelona / ZOWY VOETEN

Sánchez, una de las dos únicas jugadoras que jugaron en la selección oficiosa y en la oficial, fue titular. Y antes de volver a Madrid en el tren expreso Rías Bajas cogió una entrada del partido de encima de una mesa. Aún la conserva como recuerdo, firmada por sus compañeras. También conserva la convocatoria para ese partido, con los nombres y el plan de viaje, y la camiseta que vistió. Reposa en un armario, junto a cuatro camisetas más de la selección española. "Jugar con la selección fue un sueño. O más. Porque no podía ni imaginarlo cuando era pequeña", dice.

Ha pasado mucho tiempo y la situación ha mejorado mucho, pero remarca que "aún falta mucho. Mira lo que ha pasado con el Barça en la Supercopa, con las medallas. Es un menosprecio". Ve el Barça cada fin de semana y fue una de las 91.553 personas que presenciaron el Barça-Madrid de la última Champions League en el Camp Nou: "Se me ponía el vello de punta de la emoción. De decir 'yo he sido parte de esto'. Tengo envidia sana. Siento que nos tocó lo malo y que ahora a ellas les toca lo bueno, un poco gracias a nosotros. Tengo compañeras que siempre dicen 'ojalá hubiera nacido ahora, qué mala suerte', pero yo no me lo miro así. Pienso que nos tocó vivir nuestra época, mejor o peor, seguro que más peor que mejor, pero, con mucho sacrificio, fuimos la semilla de lo que ha venido después".

Se levanta, paga el café y abre la puerta. Ya la abrió en los 70 y en los 80, primero "clandestina" y después "pionera".

Suscríbete para seguir leyendo