¿Por qué todo el mundo quiere que gane Leo Messi?

Qatar desde mi sofá 2

Qatar desde mi sofá 2 / Archivo

Emilio Pérez de Rozas

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Hartos, cansados, hastiados, aburridos sus seguidores, sus millones de fans, de que le llamen ‘pecho frío’, alguien en Argentina decidió, poco antes del Mundial de Qatar, demostrar que Lionel Andrés Messi es todo un líder. Y para ello decidieron filtrar, publicitar, lanzar a las redes, en estos momentos, ya saben, el mejor escaparate para desmentidos y mentiras, el discurso, la arenga que el capitán de la albiceleste le lanzó a sus compañeros en el vestuario de Maracaná, antes de que se enfrentasen a Brasil, a quien derrotaron por 0-1, con gol de Ángel Di María, proclamándose campeones de la Copa América y ganando el primer gran título después de 28 años.

“Llevamos 45 días sin ver a nuestras familias, muchachos”, empezó diciendo Messi tras muchas semanas compitiendo en las distintas fases de la copa en Brasil. “Teníamos un objetivo y estamos a un pasito de conseguirlo. No existe una casualidad, muchachos. Esta Copa tenía que jugarse en Argentina y Dios la trajo acá, muchachos, ¡a Brasil! Dios la trajo acá para que sea más lindo para todos. Salgamos confiados y tranquilos, que esta la vamos a llevar para casa”.

Primer gran duelo

Y se la llevaron. Y, ahora, les toca llevarse la Copa del Mundo. Y todo empieza por el partido de cuartos de hoy ante Países Bajos. Y todo pasa por imponerse al equipo de una de las bestias negras de la ‘Pulga’, el veterano Louis Van Gaal, que pide “revancha” (Van Gaal jamás hablaría de venganza), después de caer en el 2014 ante Argentina en la tanda de penaltis, en un choque que, ayer mismo, el ‘mister’ holandés recordó como el partido en el que Messi apenas tocó el balón. Y, sí, fue cierto, aquel día, el 10 albiceleste solo tocó 70 veces el balón en 120 minutos y no creó ni una sola ocasión de gol.

El propio Messi reconoció, en el 2010, que "para ser una leyenda, hay que ganar un Mundial"

No solo Messi tiene mal recuerdo de Van Gaal. Peor lo tiene la otra gran estrella de Argentina, Ángel Di María, que horas antes de volver a enfrentarse al holandés dijo, se reafirmó, en que es “el peor entrenador que he tenido nunca”. El ‘Fideo’ tuvo de entrenador a Van Gaal, precisamente, semanas después de aquel Mundial del 2014, en el Manchester United. Y Di María explica porque le puso la cruz al ‘mister’ holandés. “Ganamos un partido 3-0, repito, 3-0, metí un gol y di una asistencia y, al día siguiente, me encerró en su despacho y me mostró vídeos de los pases que había fallado. Venía jugando bien y de la nada, me limpió”.

Messi celebra con sus compañeros la victoria ante Australia en el estadio Ahmad bin Ali en Doha, Qatar.

Messi celebra con sus compañeros la victoria ante Australia en el estadio Ahmad bin Ali en Doha, Qatar. / EFE/EPA/Friedemann Vogel

Ese es el partido que nos espera hoy. Un partido que todo el mundo cree que ganará Argentina (porque tiene a Leo Messi), pero que no está tan claro porque los Países Bajos llevan, también, también, persiguiendo el mismo título que el argentino. Pero no es menos cierto que el mundo parece haberse vuelto loco para que Messi gane esta Copa del Mundo, tarea complicadísima, no solo porque el bloque albiceleste no es nada del otro mundo, sino porque, de superar a Países Bajos, luego podría tocarle en semifinales Brasil y, en la final, quien sabe, tal vez a la Francia de Mbappé o a la Inglaterra coral de Gareth Southgate.

Es ahora cuando más fuertes resuenan las declaraciones de Leo Messi, en marzo del 2010, al diario ‘El Mundo’, cuando dijo que “si quieres ser leyenda, hay que ganar un Mundial”. “Hace 40 años que los dos mejores jugadores del mundo son argentinos”, cuenta el argentino Javier Gurruchaga, campeón en 1986. “Lo único que le falta a Leo es un Mundial, ¡ojalá! lo gane esta vez, pero ganarlo no lo va a hacer mejor que Maradona ni inferior a Maradona”.

“Lo único que le falta a Leo es un Mundial, ¡ojalá! lo gane esta vez, pero ganarlo no lo va a hacer mejor que Maradona ni inferior a Maradona”

— Javier Gurruchaga / Campeón con Argentina en 1986

“Todos estamos sufriendo un poco con él y por él”, explica el alemán Jurgen Klinsmann, campeón con Alemania en 1990, “porque todos queremos ver como Messi levanta la Copa del Mundo. Leo dominó el fútbol en los últimos 15 años, junto a Cristiano Ronaldo. Me temo que hasta él mismo debe sentirse como incompleto sin esa Copa del Mundo. Porque una cosa sí es cierta, para ser uno de los más grandes de la historia, incluso dentro de 100 años cuando no estemos ninguno de nosotros en este planeta, hay que haber ganado un Mundial”.

Messi sabe que tiene todo un país, casi 48 millones de argentinos colgados de él. Esa es una mochila muy pesada, que la ‘Pulga’ se ha acostumbrado a llevar. No es, ni siquiera, un peso que pueda compartir con sus compañeros de selección porqué, incluso ellos, saben que dependen del 10. “Yo juego para él”, explicó hace algunas semanas el centrocampista Rodrigo De Paul a la revista ‘Rolling Stone’. “Juego para él porque esa es una de mis misiones en el campo. Yo juego para que Leo tenga que correr menos, tenga menos desgaste y, sobre todo, para que tenga más resto para desequilibrar, para irse, para driblar, para decidir, cuando agarre la pelota”.

Scaloni y  Messi participan en una sesión de entrenamiento en la Universidad de Qatar en Doha , en la víspera del partido de fútbol de cuartos de final de la Copa Mundial Qatar 2022 entre los Países Bajos y Argentina.

Scaloni y Messi participan en una sesión de entrenamiento en la Universidad de Qatar en Doha , en la víspera del partido de fútbol de cuartos de final de la Copa Mundial Qatar 2022 entre los Países Bajos y Argentina. / AFP/JUAN MABROMATA

Un día le preguntaron al argentino Oswaldo Ardiles, cuando era entrenador del Tottenham inglés, cómo y por qué era posible que surgieran tan buenos futbolistas, desequilibrantes, en Argentina. “Yo creo que la explicación es que no tenemos organización alguna, que los pibes juegan en la calle con lo primero que se les pone por delante, sea un balón, una pelota de traco, una lata de refresco, cualquier cosa y aprenden a patear, a driblar, a gambetear así. Luego, cuando ya entran en los clubs, aprenden algo más, pero la base es de la calle. Ellos, luego, de profesional, utilizan, emplean, sacan a relucir los trucos que llevan en sus bolsillos y que aprendieron en la calle”.

Hasta Luis Enrique deseó, al llegar a Qatar, que "si no gana el Mundial España, me gustaría que lo ganase Leo Messi"

Ese Messi callejero, de Rosario, que es el segundo campeón, el segundo candidato, el segundo favorito, el segundo ídolo de todo el mundo, incluso de aquellos que tienen un primer amor en la estrella de su país o en su propia selección (“yo”, dijo Luis Enrique nada más llegar a Qatar, “si no gana España, quiero que gane el Mundial Leo Messi, se lo merece”), tratará de liderar y saltar hoy el primer gran, enorme, tremendo, escollo en su camino a la final del próximo 18 de diciembre. Puede que Países Bajos no sea gran cosa o no la gran cosa que solía ser la vieja Holanda de Johan Cruyff y compañía, pero es un equipo que sabe (demasiado) bien a lo que juega y cómo se juega a fútbol.

“El mayor problema con Leo Messi”, explicó ayer el central del Liverpool, Virgil Van Dijk, probablemente junto al azulgrana Frankie De Jong, las dos únicas estrellas relucientes de Países Bajos, “es que cuando tú tienes el balón, cuando tú intentas atacar, construir tu ofensiva, él desaparece del radar, va caminando, distraído, se esconde en algún rincón, tú no lo ves, no sabes dónde está, te crees que lo ubicas, que lo controlas, pero no es cierto, ha desaparecido de tu vista y, de pronto, cuando su equipo recupera el balón, lo buscan, se lo dan y te puede formar un lío tremendo. Ese es el auténtico peligro de Messi: saber dónde se esconde cuando tú posees el balón”.

"Yo juego para él, corro por él, corro para que él no se desgaste y esté descansado cuando agarre la pelota y pueda ser decisivo para nosotros"

— Rodrigo De Paul / Centrocampista de Argentina

Si alguien tuviese la curiosidad de ver una de las últimas fotografías publicadas en su Instagram por Antonela Roccuzzo, esposa de Leo, con 22 millones de seguidores, en la que muestra orgullosa el inmenso árbol de Navidad que dejó instalado en su casa parisina antes de viajar a Qatar, comprobaría la confianza, la fe ciega, la devoción que la familia Messi profesa a la magia del 10. Tanto que sus ídolos y pueden verse imágenes de ellos en las bolas de ese árbol de Navidad son los protagonistas de la serie de Harry Potter, especialmente ‘Hedwog’, la lechuza del mago, en cuya bola se puede leer “lo importante es no dejar de soñar nunca”.

Pues eso, el sueño de Messi, que viene de lejos, de otros cuatro campeonatos del mundo, cumple hoy otra exigente parada. Y, de momento, no será la última, no.

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