La gesta de un club

El milagro del Villarreal a golpe de cerámica

Vila-real, de solo 52.000 habitantes, se lanzó a la calle para celebrar la gesta de eliminar al Bayern, representante de la ciudad de Múnich, con 1,5 millones de habitantes y nueve líneas de metro.

La cerámica da pulmón a la localidad con un centenar de fábricas, entre ellas Pamesa, propiedad de Fernando Roig, presidente del club 'groguet'.

Celebración Villarreal (4)

Celebración Villarreal (4) / Andreu Esteban

Sergi López-Egea

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Por aquel entonces el hoy llamado Estadio de la Cerámica se denominaba El Madrigal y lo primero que llamaba la atención era que había baldosas por todas partes. El 25 de abril de 2006 Vila-real era una fiesta. Al mediodía, los restaurantes se llenaron de comensales saboreando paellas de cualquier ingrediente y hasta el minuto 88 el campo fue una sola voz que animaba al Villarreal frente al Arsenal. Pero cuando Jens Lehmann le paró el penalti a Juan Román Riquelme un sepulcral silencio se apoderó no solo de la grada, sino de la ciudad castellonense.

Los jugadores del Villarreal, tras clasificarse, en Múnich.

Los jugadores del Villarreal, tras clasificarse, en Múnich. / EFE

"No volví a verlo nunca más", confesó Riquelme hace un año. Entonces, como sucederá en 15 días, el Villarreal buscó la gesta ante el conjunto inglés; una plaza, como ahora, en el Estadio de Francia, a las afueras de París, allí donde finalmente el Barça levantó la Copa en 2006. Tuvo que venir todavía otra participación en la Champions antes de que el mundo se derrumbase a solo 8 kilómetros de Castelló, la capital, allí donde un tren de vía estrecha, denominado ‘La Panderola’, unió ambas ciudades durante la primera mitad del siglo pasado. Todo se hundió cuando el equipo, los ‘groguets’ como los denominan, perdieron ante el Atlético el 12 de junio de 2013 y bajaron a Segunda tras una temporada nefasta que comenzó de la peor manera. Manuel Preciado, el nuevo entrenador, falleció de un ataque al corazón el mismo día en el que iba a ser presentado.

Sin embargo, todas estas desdichas se olvidaron el martes por la noche. Porque 16 años después de que Riquelme falló el fatídico penalti de 2006 Samu Chukwueze certificó con su gol en Múnich la clasificación del Villarreal por segunda vez en su historia para las semifinales de la Champions.

Y Vila-real (en su denominación oficial) estalló de júbilo. La gente se lanzó a las calle con abrazos, gritos y lágrimas, en una madrugada de ensueño, mientras que a 1.650 kilómetros y 15 horas en coche, entre jugadores felices, Fernando Roig, el presidente, presumió de equipo. "Es uno de mis días más felices. Estoy orgulloso de ser el presidente de un club de una ciudad de 52.000 habitantes que ha logrado una gesta como esta".

"Es uno de mis días más felices. Estoy orgulloso de ser el presidente de un club de una ciudad de 52.000 habitantes", dijo Fernando Roig.

Su felicidad no era para menos. De un lado, la sentimental. Su vicepresidente y mano derecha en el club, José Manuel Llaneza, hace apenas dos meses informó que iniciaba una lucha personal contra la leucemia. Y, por otro, porque volvía a escena la historia más bíblica, el pequeño contra el grande, David contra Goliat.

Alegría en la ciudad de Vila-real.

Alegría en la ciudad de Vila-real. / Andreu Esteban

Casi increíble que en el deporte que mueve más dinero, el club bandera de una ciudad de 52.000 personas tumbase al todopoderoso Bayern, el mismo que hace dos años le endosó en la misma competición ocho goles al Barça, el que exhibe en sus vitrinas seis Copas de Europa y el que representa a una ciudad con 1,5 millones de habitantes, la tercera de Alemania, con 8 líneas de metro y 96 estaciones, con su tranvía y con un aeropuerto que está considerado como el mejor del mundo.

Del aeropuerto de Castelló, a media hora en coche de Vila-real, más vale no hablar. Por supuesto, en la ciudad no hay metro y si se la sitúa en un ranking español, figura como la 15ª más grande en tierras valencianas y nada menos que la 145 de España en cuanto a números de habitantes. Están por encima de Vila-real, por ejemplo, Molina de Segura o Sant Vicent del Raspeig, que solo aparecen en el mapa deportivo español cuando pasa la Vuelta por ahí.

La clasificación del Vila-real provocó una fiesta popular.

La clasificación del Vila-real provocó una fiesta popular. / Andreu Esteban

Pero es que buena parte de la culpa de que ese ‘submarino amarillo’ salga a flote y hunda a acorazados como el Bayern se debe a la mano de Fernando Roig, propietario de Pamesa, una de las más importantes empresas entre el centenar de fábricas de azulejos y cerámicas, con la competencia de Porcelanosa, que crecen en Vila-real. Fernando posee también el 9% de las acciones de Mercadona, la empresa de su hermano Juan. En la familia figura otro hermano famoso, Paco, que fue presidente del Valencia.

Si no fuera por la cerámica y sus beneficios, difícilmente de las naranjas y las mandarinas, la otra fuente de ingresos, aunque a años luz de la decoración, darían pulmón al equipo de fútbol que ha colocado a la ciudad en el mapa mundial. El equipo que se permite eliminar a todo un Bayern. Porque tal como dijo el martes por la noche Gerard Moreno, una de las estrellas del equipo, "desde que salió en el bombo la bola del Bayern pensamos que podíamos hacerlo porque la fe mueve montañas".

"Si escupes para arriba, a veces te puede caer", Dani Parejo

Y no solo la fe, sino cierta arrogancia por parte de algún representante del club de Baviera, como el entrenador del Bayern, Julian Nagelsmann, a quien Dani Parejo, tras la gesta, le recordó cierto desaire: “Su entrenador nos faltó al respeto por decir que quería sentenciar la eliminatoria en la ida. Si escupes para arriba, a veces te puede caer”. Al Villarreal solo le han caído gotas bañadas en oro.

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