BAYERN - PARÍS SG (2-3)
Neymar y Mbappé atizan al Bayern
El PSG saldó su visita a Múnich con un resultado espléndido ante unos alemanes que se comportaron como una apisonadora pero que no pudieron contener a las dos inspiradas superestrellas del equipo de Pochettino
El brasileño lideró los contragolpes con dos asistencias y el francés comando el remate con dos tantos más después de los cuatro que endosó al Barça
Albert Guasch
Periodista
El Bayern martilleó sin desmayo al PSG, pero como si fuera de goma, el equipo parisino no perdió la forma ni la compostura. Resistió y se encomendó a Neymar y Mbappé para elevarse sobre la nieve abundante de Múnich. El finalista de la Champions torpedeó al campeón en la ida de los octavos y acaricia la venganza tras un primer duelo apoteósico de juego (2-3).
Neymar se tatuó en el muslo poco antes del partido una leyenda de profundidad instagramer para conmover a su millonaria audiencia digital. «La gente no entiende lo obcecado que estoy por ganar», se puede leer en la pierna derecha si el calzón corto va levantado. Fue con la pierna izquierda, sin embargo, con la que regaló dos asistencias que permitieron al París SG sacudirse la doble tormenta bávara, la meteorológica y la de fútbol. Pase primero a Mbappé para el 0-1 y luego a Marquinhos para el 0-2.
Sobresalió Neymar como debería siempre, que es con el balón y no con el volátil carácter. Correspondió con inspiración al sudoroso esfuerzo de sus camaradas de atrás, obligados a trabajar a destajo por el rodillo de los alemanes. Los goles rápidos de los parisinos podían haber tumbado en la lona a muchos equipos. No al Bayern, fornido de músculo y de cabeza.
Presión insistente
El equipo de Múnich sometió a un estrés constante al PSG. Lo hicieron sin Lewandowski, lesionado, ni Gnabry, positivo de covid. Como reza el tópico, los alemanes fueron unos tanques. Maquinaria pesada que dispararon a discreción sobre un atento Keylor Navas. Suya fue la posesión, la intensidad, la velocidad del juego y las oportunidades. Pero el partido correspondió a las superestrellas de París. Dos asistencias de una, dos goles de la otra.
Pochettino ha dotado a sus jugadores de mentalidad obrera, resistentes como el cemento armado. No es el PSG solo un equipo de estrellas de pose y tatuajes. Todos pican piedra, a la espera de que el balón aterrice a los pies ágiles y el pensamiento veloz de Neymar y Mbappé. Cómo muerden ambos, qué grandes sus colmillos.
Los dos unidos constituyen una amenaza seria de taquicardia para un entrenador rival. A Flick, el del Bayern, se vio en la necesidad de corregirse antes del descanso para contener los zarpazos de Mbappe y Neymar. El francés le metió cuatro goles al Barça en octavos y a las primeras de cambio ya ha herido con dos a los muniqueses, que lograron igualar el marcador a través de Choupo-Moting y Mueller. Pero Mbappé abrió en canal a los locales con otro despliegue de habilidad en el 2-3. Un marcador para sentirse seguro de cara a la vuelta, si delante no estuviera este Bayern de acero. Neymar puede estar obcecado con ganar, pero le convendría no sentirse ya ganador. No con los alemanes.
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