BARRACA Y TANGANA

Compromiso cero

Durante un tiempo me gustaba pensar que sabía de fútbol y daba siempre mi opinión; ahora ya no, ahora no sé nunca nada

Griezmann, durante el veraniego partido del Gamper contra el Arsenal.

Griezmann, durante el veraniego partido del Gamper contra el Arsenal. / periodico

Enrique Ballester

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El verano es buen momento para explicar a tus hijos que no todo es fútbol en la vida, que hay más cosas. El fútbol playa, por ejemplo.

Mis hijos están aún en la edad de pensar que los resultados de pretemporada sirven para algo, como si no se anularan del recuerdo al comenzar el primer partido de Liga, justo en el momento exacto del pitido inicial del árbitro. Mis hijos viven al día, de fascinación en fascinación, y por eso son felices: aún no sospechan siquiera lo más elemental de este juego. Lo difícil no es empezar el bendito álbum de cromos. Lo difícil es acabar el maldito álbum de cromos.

Cualquier fichaje, incluido yo, cuenta con una ventaja al llegar: la novedad. Sucede con todo. Te pasará si vas a estudiar fuera y haces nuevos amigos. Te pasará si cambias de trabajo, de jefes y compañeros. Te pasará si estrenas pareja o delantero centro. Todos parecen de entrada más ingeniosos, más divertidos, más atentos. Todos son y somos así primero. Luego ya no tanto. Luego florecen los defectos.

El verano es buen momento para explicar a tus hijos que no todo es fútbol en la vida, que hay más cosas. El fútbol playa, por ejemplo

Dios me libre de lanzar vaticinios para la recién estrenada temporada. Solo sé que este año no televisarán partidos los lunes. Un juez ha prohibido el fútbol los lunes, pero lo permite los viernes. Se podría decir que el juez es mi nueva madre y el fútbol es la nueva pizza.

Dar la opinión

Durante un tiempo me gustaba ir de listo. Durante un tiempo me gustaba pensar que sabía de fútbol. Durante un tiempo fui el amigo parabólico. Cada vez que fichaban a alguien tenía que dar mi opinión, aunque no hubiera visto jugar apenas al futbolista en cuestión y especialmente, no sé por qué, cuando no lo había visto jugar en la vida.

Otro rasgo mío era el de no cambiar jamás de opinión. Si en agosto decidía que el centrocampista ese era el mediocentro organizador que mi equipo necesitaba, mantenía esa idea hasta el final de temporada, pasara lo que pasara. Aunque tuviera que negar evidencias, aunque tuviera que inventar jugadas en partidos no televisados a domicilio, aunque a las dos semanas ya supiera sin remedio que ese centrocampista era organizador, pero organizador de eventos, bodas, comuniones y todo eso.

Ahora ya no. Ocurría que yendo de experto añadía al fútbol otra capa inútil de sufrimiento. Ya no solo tenía que ganar mi equipo, tenía que hacerlo gracias a los ‘míos’, como si ganar no fuera ya suficiente y simple quimera. Ir al fútbol de esa manera era siempre como convencer a un amigo para ir a un concierto, y luego no disfrutarlo por estar ahí pendiente de si se aburría, o no le gustaba, todo por culpa mía. Ahora ya no, ahora con los fichajes compromiso cero, ahora no sé nunca nada, ahora se acabaron las recomendaciones, ahora voy solo a los conciertos, ahora a escribir artículos de opinión sin dar la opinión; ahora sé que todo esto es de veras lo bueno.

Compromiso cero. Evitar conversaciones en la piscina. Evitar partidos de pretemporada. Evitar cenar con gente, si hace falta hasta enero.

Lo mejor de lo mejor es la antesala, el momento previo. Cuando sales de trabajar y piensas 'mañana empiezo las vacaciones'. Ese momento es mejor que cualquier cosa que hagas luego en las vacaciones. Cuando miras el calendario de Liga, aún a estrenar, te organizas un poco la vida y piensas en futuro, en los goles, las victorias y los premios. Lo mejor es sentarte a disfrutar el camino y esperar la primavera. Ya vendrá. Qué prisas tiene la gente por llegar a la meta.