Panenka: el penalti más famoso de la historia cumple 40 años

El jugador checo dio la victoria a su selección en la Eurocopa de 1976 con el célebre tiro en parábola que batió al alemán Maier

Belgrado, 20 de junio de 1976: Maier se vence a su izquierda y el balón tocado por Panenka cae en parábola y proclama a Checoslovaquia campeona de Europa

Belgrado, 20 de junio de 1976: Maier se vence a su izquierda y el balón tocado por Panenka cae en parábola y proclama a Checoslovaquia campeona de Europa / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Llevaba dos años practicándolo y tenía pensado hacerlo desde dos meses antes de aquel día, el 20 de junio de 1976. Llegó el momento y no dudó. "Estaba seguro de que marcaría. No al cien por cien, sino al mil por cien", suele recordar Antonin Panenka (Praga, 2 de diciembre de 1948) cuando le preguntan cómo es posible que se atreviera a hacer 'eso' en una final de la Eurocopa.

'Eso' fue lanzar el penalti de la tanda que acabó decidiendo el campeonato de una forma nunca vista: un tiro parabólico, manso, por el centro de la portería, fiándolo todo a la certidumbre de que el portero casi siempre apuesta por la estirada hacia un lado. Así fue. Checoslovaquia ganó el torneo y Panenka conquistó un lugar en la historia del fútbol con su osado, insensato, magistral disparo. Hoy hace 40 años.

OCURRIÓ ALGO MISTERIOSO

"Los compañeros me pidieron que no lo hiciera. Nuestro portero, Viktor, con quien compartía habitación y además era un gran amigo, me amenazó con que no volvería a hablarme si lo tiraba así. El entrenador [Vaclav Jezek] me dijo: ‘Haz lo que te parezca, depende de ti’. Yo sabía que ningún portero sería tan valiente de quedarse parado", recuerda Panenka siempre que le abordan con el episodio que marcó su vida. "Ocurrió algo misterioso. Dos meses antes de aquella final tuve la sensación de que todo acabaría así". Y pasó que su pálpito tenía razón.

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Aquella final disputada en Belgrado, un gran partido, acabó 2-2 y la prórroga fue inútil. Penaltis. El alemán Uli Höness chuta el suyo, muy alto, al quinto pino. "Encontraron el balón hace unos años, cuando el estadio fue destruido en la guerra de Yugoslavia", ironizaba Höness mucho después, cuando el tiempo había hecho su trabajo de convertir en comedia la tragedia que para él significó malograr aquel penalti.

ORGULLOSO DE QUE LO CITEN

Y allá va Panenka, un tipo algo desgalichado, tirando a rubio, con bigote. Ante él, Sepp Maier, portero imponente, con la fiereza en el rostro. Si es gol, Checoslovaquia se lleva el título. Panenka toma carrera, golpea el balón con una sutileza impropia de tan crispadas circunstancias, el audaz globo resultante vuela hacia la leyenda y Maier se tira a su izquierda, según lo previsto por el pálpito. Adentro.

El éxito de un temerario, una gesta imborrable que mantiene vivo el nombre de Panenka. A sus 67 años es presidente de honor del Bohemians de Praga y su nombre late permanentemente, lleno de recuerdos de su día de gloria. Le alegra, explica, que otros muchos futbolistas emulen su idea cuando se enfrentan al punto fatídico. "Me siento un poco orgulloso, incluso, cuando el periodista no se olvida de mencionar que se trata de un penalti a lo Panenka", dice.

No todos los imitadores han salido bien parados del atrevimiento, y el último está muy reciente. Luis Seijas, de la selección de Venezuela, fracasó con estrépito el sábado en la Copa América. Su equipo iba perdiendo por 2-0 (acabó cayendo 4-1) y a él le dio por emular al gran Antonin, pero Romero, el guardián argentino, se lo vio venir, hizo la estatua y recogió la bola en sus brazos para escarnio del venezolano.

IMITADORES CON Y SIN ÉXITO

Entre los que lo lograron: Zidane (y nada menos que en la final de un Mundial, aunque todo quedó eclipsado luego por su cabezazo a Materazzi), Riquelme, Djalminha, Emaná, Chicharito Hernández, Henry, Pirlo, Sergio Ramos... Zubizarreta encajó uno cuando jugaba en el Barça, y no le sentó bien, a tenor de lo que contó en su momento el ejecutor, Emilio Gutiérrez, del Spórting de Gijón.

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El Barça ganaba por 6-1, era el minuto 88 y Zubi se tomó como un vacile lo que le hizo el adversario, que le tendió la mano al final del partido y no fue correspondido. Además de Seijas, con un palmo de narices también se quedaron arriesgados tiradores como Totti, Ribéry, Abreu, Casquero y Korneiev, a quienes el portero de turno les vio el plumero.

La culpa es de Panenka, "un loco o un genio", como dijo Pelé tras aquella parábola para la eternidad.