LA INDEFINICIÓN DEL campeón

Una selección gallega

Una selección gallega_MEDIA_1

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MARTÍ PERARNAU

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Pronosticar el Mundial es un deporte de alto riesgo. Si no me creen, recordemos que hace cuatro años Ghana estuvo a un poste de ser semifinalista o que en el 2002 Turquía y Corea del Sur lo consiguieron. ¿Apostarían hoy que Ecuador o Estados Unidos llegan a semifinales del Mundial 2014? Yo no, desde luego, pero la historia de esta competición está llena de sorpresas similares. Y de lesionados. Hoy nos echamos las manos a la cabeza por la epidemia de la última semana: Ribéry, Reus, Shirokov, Oxlade-Chamberlain, Montolivo, Luis Montes, Van der Vaart, quizá Pranjic… Si sumamos a los que se lesionaron meses atrás (desde Víctor Valdés hasta Thiago y Falcao) más aquellos que no se clasificaron (de Bale a Ibrahimovic) casi podríamos decir que la mejor selección está formada por los que no irán a Brasil.

¿Y España, qué? España parece una selección gallega porque no sabes con exactitud si sube o si baja. España late aún según el pulso de Xavi, pero eso puede cambiar de un día para otro. Xavi ha dejado de ser una certeza para convertirse en un interrogante. ¿Qué es Xavi hoy en día? Lo pregunto así porque a menudo se le tacha de exjugador al mismo tiempo que se loan las virtudes de Pirlo o Gerrard, sus coetáneos. ¿Es Xavi un exjugador? Porque si lo es, Del Bosque deberá tomar una decisión tajante y entregar el mando del equipo a otro, ya veremos a quién, pero yo tampoco apostaría por el fin de los días de Xavi. Quizá usted está aburrido de Xavi, de ver siempre el mismo rostro, y querría que fuese Iniesta (o incluso Koke o Cesc) quien llevara la batuta y cambiara el ritmo de la orquesta. Quizá usted tenga razón y ya sea demasiada ración de Xavi, pero qué quiere que le diga, si yo tuviera que jugarme un torneo a siete partidos preferiría seguir haciéndolo con mi batuta de confianza.

El recuerdo de Sudáfrica

España puede regresar de Brasil al tercer partido. Bien, esto no es noticia. Hace cuatro años ocurrió lo mismo. De hecho, si el hoy cotizado Claudio Bravo no se hubiera equivocado gravemente en un despeje quizá la selección hubiera tomado el avión de regreso dos semanas antes de la final. Pocas veces hay superioridades manifiestas en un Mundial y los partidos acostumbran a decidirse por suspiros. A España le sonrieron esos suspiros sudafricanos: el de Bravo, el de Llorente desatascando ante Portugal, el suspiro de Cardozo en su penalti, el cabezazo de Puyol por encima de los gigantes tedescos, el pie de Casillas ante Robben… Todos fueron suspiros de España que desembocaron en un final estruendoso.

A base de ganar por 1-0, España conquistó el Mundial. ¿Puede bastar cuatro años más tarde la misma receta? Conocemos un precedente: dos años después de Sudáfrica, esa misma receta sirvió para volver a ganar la Eurocopa. Por edad y por experiencia, la selección se amarró a la posesión defensiva y con eso le bastó. Ahora, cuando los pronosticadores dicen que ha llegado la hora de los otros, quizá la batuta de Xavi aún contenga mucha sabiduría. O quizá haya que cambiar de director en mitad de la sinfonía…