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Jóvenes de La Perona, en diciembre de 1980. En las fotografías de Esteve Lucerón destaca la sororidad cuando este término aún no estaba en uso.
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Jóvenes de La Perona, en diciembre de 1980. En las fotografías de Esteve Lucerón destaca la sororidad cuando este término aún no estaba en uso.
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Instalación de una pequeña zona de juegos infantiles por parte del primer ayuntamiento democrático.
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De las 2.000 fotografías que Lucerón depositó en el 2017 en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona, unos pocos centenares son retratos familiares, en lugar de escenas de calle.
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Entre 1980 y 1990, Esteve Lucerón fue aceptado como uno más en el barrio y pudo entrar con su cámara en la intimidad familiar.
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Un niño posa con unas gafas ray ban y una pipa que evidentemente no son suyas.
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Esteve Lucerón dejó de fotografiar cuando La Perona fue demolida y sus habitantes realojados en varios polítgonos. Solo volvió a coger la cámara 40 años después para ir a buscar a sus hijos y nietos a lugares como Roquetes (Nou Barris).
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La puerta de entrada de Lucerón en La Perona fueron los niños, a quien regalaba copias de sus fotografías.
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Una familia en la puerta de su barraca. La Perona se extendía dos kilómetros, en los márgenes de las vías del tren, entre el actual puente de Bac de Roda y el del Treball Digne.
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La Perona creció hasta llegar a alojar a 5.000 personas, a la sombra de los bloques de viviendas de La Verneda.
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En las imágenes de Lucerón, la vida se hace en la calle.
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Un sacerdote, tras oficiar una boda de la familia Porrina.
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El fotógrafo Esteve Lucerón (La Pobla de Segur, 1950 / Barcelona, 2022).
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Chavales de La Perona jugando al dominó.