NATURALEZA COMO AULA

Annebella Pollen: La otra escuela

La académica examina la relación de los niños de hoy con el mundo natural

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Gracias a CaixaProinfancia cientos de niños de familias con pocos recursos visitaron este año los parques más emblemáticos de España. Para muchos, fue mágico: su primera salida al entorno rural. Allí aprendieron a respetar la naturaleza, y quizás algo más grande: que esta nos acoge a todos por igual. La académica Annebella Pollen examina aquí la relación de los niños de hoy con el mundo natural.

Un texto de Annebella Pollen:

Se habla mucho hoy en día de que los niños están perdiendo el contacto con la naturaleza. Las nuevas generaciones, tan bien conectadas a internet y a las redes sociales, parece que son un poco ajenas a los beneficios del aire libre. Si a esto le sumas una vida sedentaria, la obesidad infantil o la pérdida de conocimientos (la mayoría de niños de ciudad identifica antes el logotipo de una marca que el nombre de las plantas y animales de su entorno), tienes a un montón de padres y educadores preocupados, que afirman que los niños de hoy necesitan una inyección de aire fresco y espacios verdes.

Consecuentemente se han puesto en práctica un montón de iniciativas para ponerle remedio. En Europa hay varios programas educativos, como la Forest School, que animan a los niños a hacer actividades en las que la naturaleza es el aula, donde aprenden habilidades básicas relativas a la vida en el monte. Otras iniciativas, como Los Cinco Grandes de CaixaProinfancia en España, llevan a niños de familias en riesgo de exclusión social a parques naturales y les transmiten valores como el respeto al medio ambiente, la observación o el trabajo en equipo.

Pasar tiempo al aire libre

Desde el punto de vista académico, los estudios han probado una y otra vez los beneficios que tiene el pasar tiempo al aire libre en los más pequeños: desde una mejora de la salud mental y física hasta efectos positivos a largo plazo a nivel cultural y social en la consciencia ambiental y en la implicación con las comunidades locales.

Aunque la inquietud por estos temas parece estar en alza, en realidad, viene de lejos. En mi propio trabajo he investigado su evolución durante el último siglo e intentos concretos para encontrar soluciones. En el Reino Unido, a principios del siglo XX, temores respecto a la salud y el rumbo moral de los jóvenes llevaron al escritor y militar Robert Baden-Powell a fundar los Boy Scouts. Sus ideas sobre los beneficios de la vida al aire libre en colectividad estaban influenciadas por sus experiencias en el ejército, pero también por cuentos de aventuras e ideas míticas sobre la fortaleza física y mental del hombre primitivo. Estas ideas las tomó de Ernest Thompson-Seton, artista y naturalista cuyos escritos inspiraron el movimiento escultista.

Según Seton, el sofisticado urbanita tenía mucho que aprender de las prácticas de aquellos que vivían más cerca de la naturaleza. Seton decía que 'los piel roja', los indígenas americanos, eran un ideal a seguir. Aunque sus ideas eran muy románticas y estaban basadas en generalizaciones culturales, él defendía que el estilo de vida de esos pueblos podía llevar por mejor camino a los chicos de ciudad, que él veía como débiles, malnutridos y moralmente a la deriva. En su colectivo Woodcraft Indians, los niños podían desarrollar resistencia física con habilidades de supervivencia en la naturaleza como identificar huellas, seguir rastros o hacer una hoguera, además de ganar autoridad moral gracias a la toma de decisiones colectiva de los campamentos.

Seton era socialista y pacifista, y no veía con buenos ojos que el escultismo mezclara sus ideas con la disciplina militar. Después de la I Guerra Mundial, grupos de jóvenes británicos adoptaron sus teorías dejando de lado la misión militarista de Baden-Powell y desarrollando a la vez ideales contraculturales. La orden de la Woodcraft Chivalry, los Kindred of the Kibbo Kift y los Woodcraft Folk tenían creencias y prácticas muy distintas pero estaban de acuerdo en una cosa: los niños (y también los adultos) debían vivir cerca de la naturaleza para mejorar su salud y su fortaleza moral.

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