DESPERTAR VOCACIONES FEMENINAS

La ciencia tiene nombre de mujer

El proyecto Hypatia de CosmoCaixa programa actividades para atraer a adolescentes de entre 15 y 18 años a las carreras científicas y tecnológicas

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Llegados al 2019, ya no nos parece raro —afortunadamente— que una mujer sea cirujana, trabaje como ingeniera o se haga astronauta. Por eso es chocante que en las clases de ciencia, matemáticas y tecnología de los institutos, la presencia de las chicas sea todavía muy reducida. El proyecto Hypatia, coordinado en España por el Área de Divulgación Científica de CosmoCaixa, no ha parado de dirigir actividades durante los últimos tres años para atraer a las adolescentes de 15 a 18 años a las carreras antes consideradas “de chicos”. Y con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, hemos hablado con sus auténticas protagonistas.

Yasmin y Mercedes estudian 4º de la ESO en el Colegio Padre Damián de Barcelona y quieren ser médicas. Se pasan las noches mirando por gusto “libros de enfermedades” y los días, aplicándose a fondo en las clases. Saben que les quedan muchos años de estudio por delante, pero no piensan renunciar a su sueño. Recibir la visita de dos científicas del único acelerador de partículas de España, el Sincrotrón ALBA, y conocer sus historias les ha dado el empujón que necesitaban. “Una de ellas nos explicó que en el instituto era muy mala en ciencias pero que se esforzó hasta aprobar, y que cuando consiguió estudiar Física en la universidad era la única chica de su clase y no fue nada fácil. Así que si ella pudo, yo también”, se dice Mercedes.

Mayor seguridad

“Me hubiera gustado asistir a un ‘Café científico’ como este organizado por Hypatia cuando era joven”, confiesa Victòria Agulló, bióloga y profesora de las chicas. “Oír a estas mujeres te hace sentir más segura de que puedes hacerlo, porque ves a alguien que ya lo ha conseguido”. Esta maestra de biología y matemáticas achaca la falta de chicas en las clases relacionadas con las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) a varios factores: “No tienen madres ingenieras, sino padres ingenieros. Eso aún lo arrastramos. Y luego está la dificultad. Por eso hay que trabajar mucho en el esfuerzo y la responsabilidad, para que vean que vencer la dificultad tiene recompensa”. De hecho, su mensaje ya empieza a tener efecto: “Prefiero estudiar doce años pero poder dedicarme a algo que me guste que cuatro para algo que no quiero hacer. En el futuro quiero poder decir que estoy contenta con lo que hago y que mereció la pena”, asegura convencida Yasmin.

Tanto el Colegio Padre Damián como el Sincrotrón ALBA formaron parte del 'hub' español de este proyecto europeo junto a algunos museos, fundaciones y otras entidades. En el caso del Sincrotrón, su papel fue clave tanto por tratarse del único acelerador de su especie dirigido por una mujer —Caterina Biscari— como por el impacto directo que sus investigaciones tienen en la vida de las personas. Uno de sus últimos descubrimientos: los cambios que la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) provoca en las células, que nos permiten saber, por fin, qué tipo de fármacos o tratamientos podemos empezar a aplicar contra la enfermedad.

Trabajar en un acelerador de partículas

“Cuando iba al instituto ya soñaba con trabajar en un acelerador”, nos cuenta Debora Pierucci, científica del Sincrotrón de Cerdanyola del Vallès y especialista en ciencia de los materiales. “Es fascinante: un círculo donde pones pequeñas partículas y las centrifugas muy rápido para que, cuando alcancen la velocidad de la luz, desprendan rayos que, aplicados sobre las muestras, nos permitan estudiar lo que queramos: materiales, reacciones químicas, medioambiente (por ejemplo, la contaminación de unas aguas), patrimonio cultural (sobre todo en procesos de restauración)… Cada año pasan por aquí 2.000 investigadores para usarlo. Ahora con mi equipo estudiamos materiales “hermanos” del grafeno y cómo combinarlos, lo que será muy útil en la elaboración de los dispositivos electrónicos del futuro, como móviles o cámaras”, nos revela la investigadora al frente de la línea LOREA.

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