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Ruta deslumbrante por los comercios emblemáticos de Catalunya
Un libro de Esteve Vilarrúbies reseña los establecimientos más singulares del territorio, algunos recientemente cerrados
La subida del alquiler y la dificultad de que los hijos continúen la tradición familiar, principales amenazas para su subsistencia

Casa Gispert, en la calle Sombrerers de Barcelona. / Esteve Vilarrúbies


Daniel G. Sastre
Daniel G. SastrePeriodista
Periodista. Profesor asociado en la UB.
¿Qué hace que un comercio sea emblemático? Para Esteve Vilarrúbies, deben darse dos condiciones: "Que tenga actividad desde hace más de cien años y que tenga elementos estéticos patrimoniales". No lo dice un cualquiera, sino el autor de una trilogía sobre establecimientos singulares que recientemente ha visto nacer su tercera parte. El libro 'Comerços emblemàtics de Catalunya' (Efadós) amplía el radio de acción del radar de Vilarrúbies, que hasta ahora se había ocupado solo de establecimientos de Barcelona. No hay demasiada diferencia entre los de la capital y los del resto del territorio, afirma. "En todas partes han desaparecido muchos de ellos. Tienen problemas comunes, como el de la subida de los alquileres", aunque en Barcelona es especialmente dramática, "y la dificultad de que algunos hijos quieran seguir con el negocio familiar".
Las páginas de 'Comerços emblemàtics de Catalunya' están llenas de muebles modernistas, de espectaculares vidrieras y de letreros con solera. Para seleccionarlos, "lo más complicado es contar con la base de datos", dice Vilarrúbies. Los localizó eludiendo, en la medida de lo posible, "la tradición oral", que puede ser traicionera, y por eso el libro está lleno de alusiones a diarios y semanarios antiguos, donde ya se hablaba de los comercios que siguen vivos, de bibliografía variada y de premios de las cámaras. También sirven los anuarios del comercio, que básicamente eran un listado de teléfonos que consignaba qué actividad se llevaba a cabo en cada local.
En esta ocasión, son 54 los comercios reseñados. En algunos casos, como el de la Cerería Corderet de Tarragona, fundada en 1751, casi 300 años de historia contemplan a estos establecimientos emblemáticos. En algunos otros, cerrados recientemente, el libro de Vilarrúbies quedará para que se recuerde su esplendor.
Una de las tiendas más antiguas de Europa, abierta ininterrumpidamente desde 1751 en Tarragona. Conserva una gran parte de la decoración original exterior e interior.

Cereria Corderet. / Esteve Vilarrúbies
La farmacia Frigola Brevan, antes F. Suñer, lleva desde 1904 en Palafrugell y fue renovada en 1980. El encargado de proyectarla fue el arquitecto modernista General Guitart Lostaló.

Farmacia Frigola Brevan / Esteve Vilarrúbies.
Hasta hace cuatro años, en Ca la Brugada de Banyoles se podía encontrar casi de todo. Pese a su cierre, su recuerdo sigue vivo en varias generaciones de vecinos.

Ca la Brugada. / Esteve Vilarrúbies
Aprovechando la moda de los corsés de principios del siglo XX, Lola Rolduà abrió su tienda en el centro de La Bisbal. El negocio sigue en manos de la misma familia.

Cotilleria Rosalia. / Esteve Vilarrúbies
Ya antes de 1827 se conocía la existencia de una fonda en Figueres llamada Ca la Teta. Tras convertirse en el hotel Duran, Salvador Dalí fue uno de los clientes recurrentes.

Hotel Duran. / Esteve Vilarrúbies
Hasta 2016, este comercio de Solsona fue una emblemática droguería. A partir de entonces se ha convertido en una vinoteca cuyos productos se pueden degustar en la antigua rebotica.

Casa Adroguer Nou. / Esteve Vilarrúbies
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