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Marius Borg, el hijo de Mette-Marit que pone en jaque a la monarquía noruega

El hijo mayor de Mette-Marit, sospechoso de una segunda violación

Marius Borg Høiby junto a su madre, la princesa Mette-Marit

Marius Borg Høiby junto a su madre, la princesa Mette-Marit / LISE ASERUD / AFP

Natalia Araguás

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Tras una semana en prisión preventiva como presunto autor de dos violaciones, Marius Borg (Kristiansand, 1997) vuelve a estar en libertad ya que se considera que no hay riesgo de que destruya pruebas. El primogénito de Mette-Marit de Noruega, de 27 años y fruto de una relación anterior a su matrimonio con el príncipe Hakoon, se enfrenta a un goteo de gravísimas acusaciones desde el pasado agosto: también está imputado por lesiones y daños a tres mujeres, amenazas a un hombre y por conducir sin carné. Su madre Mette-Marit, con fibrosis pulmonar a sus 51 años, ha cancelado su agenda oficial; el príncipe Hakoon ha constatado que “el sistema judicial debe hacer su trabajo” y el rey Harald, a sus 87 años y con una operación del corazón a cuestas, sigue representando a la monarquía noruega lo mejor que puede. Su relevo más prometedor es Ingrid Alexandra, la hija de Hakoon y Mette-Marit, pero solo tiene 20 años. Entretanto, han ingresado en la familia real noruega nuevos y exóticos personajes, como el chamán Durek Verrett, con quién se casaba en agosto Marta Luisa de Noruega, cuarta en la línea de sucesión al trono, cuando estallaba la polémica con Marius Borg.

El primer ‘royal’ europeo que da con sus huesos en prisión está poniendo en jaque a la monarquía noruega. Marius Borg ha reconocido tener problemas psíquicos y de adicción, pero niega los cargos de violación. Sin embargo, sus relaciones con miembros de las redes del crimen organizado de Noruega son notorias. Tampoco parece arrepentido: los noruegos se escandalizaron tras la publicación de un vídeo en el que el joven, al ser preguntado sobre cómo acabó su último noviazgo, golpea la cámara como si se burlara de una agresión. Los medios escandinavos, antes silentes sobre sus escaramuzas, ahora se prodigan en detalles. Marius Borg se habría gastado casi dos millones de euros de su cuenta bancaria en dos años, hasta dejarla en solo 4.400 euros. En parte en las fiestas salvajes que organizaba dentro de la finca de Skaugum, cerca de la residencia de los príncipes herederos, durante las cuales habrían desaparecido objetos valiosos que pertenecían a la corona noruega.

Criado como uno más

Remoto parece ya aquel 25 de agosto de 2001 en que Mette-Marit, primera plebeya que desposaba a un príncipe heredero, rompía todos los moldes al inclinarse para coger a su hijo Marius Borg, de cuatro años, que había tenido como madre soltera, y saludar con él en brazos a su pueblo desde el balcón real. Hijo de una breve relación con Morten Borg, en la actualidad empresario y analista financiero pero que en los 90 estuvo encarcelado dos veces por comerciar con cocaína, Marius Borg se crió como uno más al lado de los dos hijos que luego tendrían los príncipes de Noruega, Ingrid Alexandra y Sverre Magnus. “Toda la alegría que conllevó estar con él, hizo que fuera aún más natural asumir el papel de padre”, escribió sobre él Hakoon de Noruega en su biografía: “Tengo tres hijos de los que estoy increíblemente orgulloso”.

Marius Borg estudió Finanzas en California y Diseño en Milán y comenzó su carrera profesional como editor de tendencias para una revista de lujo londinense. Luego trabajó en gestión inmobiliaria y en un taller de reparación de motos. Su vida transcurría con la ligereza de otros' royals' europeos sin responsabilidades dinásticas, en apariencia. Se le conocieron dos novias estables, Nora Haukland –popular por participado en 'realities'- y la modelo Juliane Snekkestad. Se han sumado a las acusaciones de violencia física y psicológica tras destaparse el caso.

Hasta Kate Middleton y el príncipe Guillermo han expresado estar “conmocionados y tristes” sobre un caso que reabre el debate sobre la legitimidad de las monarquías. De confirmarse los cargos, a Marius Borg le espera una larga temporada en la cárcel. 

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