Un camarero limpia las mesas de una terraza en Sevilla.

Un camarero limpia las mesas de una terraza en Sevilla. / Europa Press / María José López

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Lola Gutiérrez

Las terrazas de bares y restaurantes son un espacio muy demandado, sobre todo al caer la tarde -cuando no hace excesivo calor- en verano o en primavera y otoño, cuando sale un día de sol.

Incluso hay zonas de España que permiten disfrutar de las terrazas de los bares incluso en invierno.

Es por ello por lo que hay localidades en que los bares limitan la estancia de sus clientes, como si de un parquímetro de una zona de aparcamiento se tratase. Quizás lo hacen para evitar la estampa que aún subyace en muchos pueblos: que un grupo de amigos, más o menos numeroso, se siente en una mesa a jugar a las cartas y/o a charlar y, con un café por persona -o, a veces, incluso con uno cada dos- se pasen dos o tres horas ocupando la mesa e impidiendo que otros comensales 'hagan gasto'.

Qué se consume

Hay multitud de locales que ya intentan poner coto a esta mala praxis (para ellos), preguntando si el cliente va a comer o solo a beber al intentar sentarse en una mesa de una concurrida terraza. Pero a veces la solución es excesiva. En Barcelona, por ejemplo, en la zona del Paral.lel, en las mesas se indicaba el tiempo que podías permanecer en las mesas dependiendo de qué fueras a consumir.

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Pero la práctica debe ser cada vez más extendida. Tanto, que la cuenta de X (antes Twitter) Soy camarero, que se dedica a airear los sinsabores de la hostelería -publicando desde denuncias por ofertas de trabajo abusivas a notas negativas sin sentido de los clientes-, ha abierto un debate para saber qué opinan sus seguidores, que son muchos, sobre un cartel que pone: "Tiempo máximo por consumición en terraza 30 minutos. ¡Gracias!".

No se sabe el lugar en el que está situado el citado cartel, pero reabre el melón del tiempo de permanencia en los locales de restauración. Unos locales que, además de "reservarse el derecho de admisión", parece que también se reservan el tiempo de permanencia en función del número de consumiciones que se hagan. Como un vulgar parquímetro.