Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

Las siete diferencias: Zara y el 23J

Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca

No es el primero ni será el último a quien le ocurra, pero esta vez los medios le han dado algo más de bombo a su caso (sospecho que se debe al hecho que no se trata del plagio de una prenda de ropa sino de un accesorio de cocina). Un artesano ceramista acusa a Zara Home de haberle copiado su horno de pan. Inditex asegura que no es así y le invita a denunciarlos (si se atreve).

Esta lucha de David (diseñadores independientes) contra Goliat (imperio textil) es un clásico que pocas veces se tiene en cuenta cuando se señalan las maldades de las cadenas low fashion. Porque obviamente la moda rápida destruye el medio ambiente e incumple los derechos de los trabajadores, pero tampoco respeta la propiedad intelectual del artista o creador.

Para que Zara (o cualquier otra marca) se libre de la acusación de plagio y simplemente se considere "inspiración" tan sólo es necesario que la prenda presente 7 (inapreciables) diferencias (el color del hilo, el tejido, los botones, el grosor del cuello, el cierre del puño...). Cuando la copia se practicaba sobre la obra de alguna firma de lujo se alababa al gigante textil por haber democratizado la moda; cuando adoptó la misma táctica con pequeñas marcas se hizo un sonoro silencio… Inditex lleva décadas matando la creatividad (pocos diseñadores pueden resistir si las ideas ya no tienen ningún tipo de valor) y así, poco a poco, teje también su condena (si nadie crea, ¿a quién plagiará?). A sabiendas y siguiendo el modelo de H&M, Marta Ortega está colaborando ahora con diseñadores de renombre en pequeñas ediciones especiales (y obviamente más caras/justas) para retrasar el fin del sistema (igual que a la alta costura y después al 'prêt à porter', al 'fast fashion' también le llegará su hora).

Lamentablemente, aunque algunos (pocos) señalan esta matanza de la creatividad como un factor tan preocupante como el de la contaminación o la explotación laboral, nadie nunca se lo ha tomado demasiado en serio. ¿Para qué comprar un abrigo de 300 € (valor económico con el que una pieza de abrigo empezaría a tener un precio justo para todos los trabajadores implicados en el proceso, creativos incluidos) si puedo conseguirlo prácticamente igual (con tan sólo 7 minúsculas diferencias) por 39,99€? Combinar, además, una camiseta de 5€ con unos pantalones de firma de 800€ se convirtió en una señal de 'glamour' practicado por 'celebrities' internacionales y que los humildes mortales tratábamos de emular comprando la pieza barata.

Que la reina se enfunde un modelo 'low cost' se nos presenta como un gesto de patriotismo, humildad y empatía con el pueblo, nadie nunca se plantea nada más. Hasta políticos supuestamente de izquierdas como Pablo Iglesias, que decían condenar las prácticas de Amancio Ortega, luego vestían de Inditex. "El consumidor hoy en día es mucho más poderoso que el votante. Si no estás de acuerdo con la política de una marca no la compres. Es más, promulga que no la compre la gente: no la lleves puesta. Eso es coherencia y eso es lo que se le exige al político", le reprendió Risto Mejide a Gabriel Rufián cuando el republicano (muy crítico también con Inditex) se presentó a una entrevista con una americana con la etiqueta de Zara. La reflexión del presentador -tal vez la única o más acertada de su carrera televisiva- le debió entrar a Rufián por un oído y salir por el otro a juzgar por dónde sigue invirtiendo estilísticamente el generoso sueldo que percibe como diputado del Congreso...

A día de hoy algunos aún se preguntan qué sucedió el pasado 28M. Se atreven, incluso, a culpar al electorado. Pedro Sánchez ha decidido adelantar las elecciones generales y plantear el 23J como un plebiscito entre izquierdas y derechas. Que el pueblo elija, sugiere. Se habla también de una campaña de las emociones para movilizar al votante cuando en realidad a lo que se refieren es a agitar una vez más la vara del miedo (una única emoción): "que vienen los fachas" o "que vienen los rojos". Esta campaña, como la pasada, no esperen escuchar ideas o propuestas. Si las hubiera, aunque sean pocas, nadie las atenderá porque la creatividad/esencia/diferencia ha perdido su valor.

Comida, moda y política rápida. Que aproveche.

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