DE LA PARED AL PAPEL

Tvboy, manual de arte pop urbano en vena

El artista italiano afincado en Barcelona se marca con 'La calle es mi museo' un retrato del nuevo grafitero del siglo XXI, convertido en 'influencer' dentro y fuera de las redes sociales

Tvboy, listo para dejar su sello arte en las calles de la ciudad.

Tvboy, listo para dejar su sello arte en las calles de la ciudad. / periodico

Laura Estirado

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Tvboy se define como "un moderno Pulgarcito". Pero en lugar de mendrugos él va dejando grafitis de besos imposibles entre políticos y futbolistas rivales en Barcelona, Milán, Roma, Madrid, Nueva York… También pega con cola extrafuerte los pósters de celebridades convertidas en superhéroes o en santos de una nueva teología que reivindica a los pobres, los inmigrantes, las mujeres maltratadas o a los homosexuales. "Mi propósito es denunciar cómo funciona el poder y contar lo que ocurre hoy en día", explica cual moderno Zorro, pero sin antifaz, él lleva capucha, gafas y mascarilla en sus intervenciones nocturnas. El grafitero del siglo XXI, como el de los años 80, busca el anonimato, el misterio de la oscuridad. Las brigadas municipales de limpieza suelen arrancar en pocas horas sus obras de arte, pero antes, una foto, un vídeo en Instagram, dejarán constancia de la ‘performance’ por la cual un muro, una pieza de mobiliario urbano, se ha convertido en "democrática galería accesible a todo el mundo".

Como otros grafiteros de su generación, Tvboy no fue un chico marginal. Nació en una familia de clase media y estudió en la universidad. Lo cuenta en el libro 'La calle es mi museo' (Editorial Cúpula), donde además de repasar su trabajo callejero, defiende el movimiento artístico del que él es un exponente:  el ‘street art’, algo considerado no hace mucho "marginal" y que "no interesaba a nadie". Que se lo cuenten a los que se hacen selfis junto a sus grafitis.

"Apaga la tele"

Antes de llamarse Tvboy (por el logo con la cara de un niño dentro de un televisor con el que firma sus dibujos), usó el pseudónimo de 'Castro'. Y antes, en 1980, fue bautizado como Salvatore Benintende en Palermo, donde nació. Pronto su familia dejó Sicilia y se marchó a la Lombardía, a Milán, donde no fue covid sino del virus del arte del que se contagió. A los 16 años copiaba grafitis de maestros norteamericanos en vagones y muros. Hasta que en 1999 comenzó diseño industrial en el Politécnico de Bovisa. La idea de Tvboy nació de una primera exposición con muchos televisores con dibujos en sus pantallas. El logo viene a decir: "Apaga la tele y sé el protagonista de tu propia historia".

Basquiat (del que toma la técnica del chorreo), Banksy (el estarcido o la plantilla), Warhol (los colores chillones) y hasta el manga japonés son los maestros de Tvboy, cuyos dibujos empiezan a popularizarse en Milán, Roma y Florencia.

Anna, la novia de Barcelona

Con una beca Erasmus se plantó en Bilbao en el 2002, y un año después, en una fiesta con otros estudiantes europeos, conoció a Anna, la chica de Barcelona que acabó convirtiéndose en su novia y la culpable que desde el 2004 frecuente la capital catalana, aquellos años conocida como ‘la capital del grafiti’, pues la normativa municipal no era tan dura y artistas como The London Police, La Mano o Freaklub dejaban huella en Gràcia, el Gòtic, el Born y el Raval.

Dejó las revistas literarias y de skateboard donde trabajaba y se puso en serio a hacer pintadas urbanas. La Guardia Urbana le ha pillado in fraganti varias veces, y otras tantas ha tenido que pagar multas de entre 300 y 600 euros. "Aunque muchos lo consideren vandalismo, creo que mis obras son como hacer un regalo a la ciudad y, aunque impliquen un alto precio, estoy dispuesto a pagarlo", asume el artista. La alcaldesa Ada Colau, que es una de las celebridades que aplauden el libro de Tvboy en la misma cubierta, corre un tupido velo sobre las sanciones y elogia al artista adoptivo de la ciudad: "Barcelona luce con orgullo muchas obras de arte urbano, y entre todas ellas, da gusto encontrarse la sensibilidad, la libertad creativa y el compromiso de Tvboy".

Lo dice porque a ella misma la ha retratado en varias ocasiones, como Wonder Woman –al igual que a la exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena-, como patrona de los desahuciados, y como la Libertad francesa. En las marquesinas de la capital catalana también ha amanecido Rajoy y Puigdemont, dándose un beso de tornillo, al igual que Messi y RonaldoRosalía, como una virgen, y Òscar Camps, el fundador de la ONG Proactiva Open Arms, portando en sus brazos a un inmigrante rescatado del mar.

Listo en dos o tres minutos

"Mi método de trabajo es sencillo –explica-. Primero diseño mis obras, normalmente a partir de una fotografía, que convierto digitalmente en una ilustración en blanco y negro para después imprimirla en papel con un plóter. Después las acabo con pintura acrílica hasta darles la calidad y la textura deseadas y, normalmente, las recorto siguiendo la silueta, lo que permite que los personajes se integren mejor en el fondo que constituye la pared elegida para colocarlas  (…). La ventaja del 'paste up' es que la operación suele durar tan solo unos dos o tres minutos".

Así es también como ha llevado a cabo sus últimas intervenciones: la Mona Lisa con mascarilla por la cancelación del Mobile World Congress (el dibujo que cierra el libro) o el retrato, alado, de George Floyd, el afroamericano muerto tras ser detenido violentamente por varios policías blancos en Minneapolis (junto al Born Centre de Cultura i Memòria).

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