CORONAVIRUS CON HUMOR

Edu Galán (Mongolia): "No hay nada mejor que estar en casa"

En tu salón. Edu Galán

 Edu Galán / periodico

Juan Fernández

Juan Fernández

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Libres de virus, pero confinados en casa, el humor puede ser la mejor herramienta para afrontar las jornadas de encierro forzoso que quedan por delante. Y de humor y experiencia doméstica sabe mucho Edu Galán, cómico del colectivo Mongolia, que vive de sacarle punta hilarante a la actualidad entre las paredes de su hogar. La pandemia del coronavirus resulta inquietante, pero no por ello deja de ser una excusa para la risa. El cómico propone varias.

-¿A todo se le puede buscar la vis cómica?

-A todo, pero, en este caso, siendo conscientes de no relativizar la importancia que tiene lo que está ocurriendo, que es un reto como comunidad. Lo decía el otro día Santiago Alba Rico en un artículo: lo bueno del virus es que no entiende de clases sociales ni de razas. Esto puede servir para entender que debemos estar durante un rato todos a una, en un país donde hemos vivido separados por una cosa o por otra durante demasiado tiempo.

-Ya sabe la orden: a quedarse en casa.

-Sí, y hay que valorarlo. No hay nada mejor que quedarse en casa, porque te ayuda a llegar antes a la vejez cómodo. De pequeño, yo siempre quise ser viejo. Para lograrlo, simplemente te sientas en un sofá y esperas. De vez en cuando ves la tele y dices: ¡Noooo! Recuerdo a mi abuelo viendo la tele cuando empezaba el nudismo en España. Vio aquellos miembros y ‘miembras’ en las playas, y dijo: ¡Qué cerda se está volviendo la humanidad! Pues todo esto se puede hacer desde casa, a través de una cosa que se llama televisión.

-¿Se ha reído estos días con motivo del coronavirus?

-Sí, por esta camiseta, que fue la portada de Mongolia el mes pasado. Lleva el lema: Vamos a morir todos. Con ella te sientes como esos predicadores norteamericanos que lo gritan en serio. Yo la llevo de forma irónica y es flipante ver la reacción de la gente que se para a leerla. En general, se ríen. Deben pensar: ¿qué hace este anormal anunciando eso? Es bueno desdramatizar las situaciones y evitar la crispación del: ¡nos están ocultando algo! En todas las crisis mundiales sale la conspiranoia. ¡Lo que no cuentan los medios! Claro, anormal, no lo cuentan porque no está verificado.

-¿Qué recomendaciones haría para pasar estos días de confinamiento?

-Soy la persona que más sabe de esto, porque soy escritor autónomo y llevo diez años metido en casa. Tienes que tomártelo como si detrás de cada puerta hubiese cada día algo nuevo, a pesar de que no haya nada nuevo. Abres el baño y dices: ¡madre mía, hoy está más sucio que ayer! Abres la ventana y dices: ¡joder, qué luz más extraordinaria entra, lo del fondo es de nuevo mi vecino desnudo en el baño, le ha salido más pelo en determinada área! Hay que tomarse la casa como un parque de atracciones y vendérsela así a los niños.

-Por cierto, ¿qué hacemos con los niños?

-Es muy importante tenerlos entretenidos. Ahora mismo tenemos una buenísima solución que se llama pantalla. Yo viví desde niño pegado a una pantalla y no está demostrado que les haga mal. No hay ningún problema, ponles la tele. Además, esto va a ser temporal. Disfruta de tu casa, de la convivencia, de levantarte todos los días y ver a tu mujer o a tu marido en la misma postura siempre. Mi mujer es una de las mujeres más guapas de España, pero claro, cuando se despierta está en un estado catatónico que la arrastra hacia la fealdad. Imagínate yo, que soy una de las personas más feas de España, qué sensación tendrá ella. Su comunicación no verbal dice: ¡Dios, me he casado con este puto pegote! Pero ella se sobrepone a través del amor y dice: cariño, ¿qué tal estás?, qué bien despertar contigo. Y añade: voy a mear. Y ahí comienza el día.

-¿Qué otras sugerencias se le ocurren para afrontar estos días?

-Leer. Hay que leer. Incluso los libros malos, sirven para imaginarte que estás fuera. A mí los libros me han servido siempre para pensar que estoy fuera de casa. De adolescente, nada me ha ayudado más que ‘El prisionero de Zenda’ o ‘Las aventuras de Tom Sawyer’. Esto se puede aplicar a la adultez.

-¿Qué opina de las señales de solidaridad que han empezado a verse en plena crisis epidemiológica?

-Están muy bien. En las comunidades ha aparecido gente dispuesta a echar una mano a quien está impedido físicamente, o que es mayor, o que tiene niños. Se ofrecen a ayudar. Desde aquí, yo me ofrezco a ayudar a todas las familias con niños. Lo único que no puedo prometer es que se los vaya a devolver en perfecto estado. A las familias que no tienen hijos, les recomiendo acoger niños de otras familias y cuidarlos atiborrándolos de azúcar. Los devuelves como a Pocholo al Pachá. No hay cosa más divertida que devolver a unos niños sobrexcitados. Luego los oyes peleando, pero ése ya no es tu problema. Hay que putear a los demás. Me voy a hacer una camiseta con ese lema.

-Vista así, esta puede ser una experiencia muy divertida.

-Muchísimo. El gran grupo de profesionales damnificados son los porteros de España, porque ya no tienen nada que contar. ¿Qué van a decir? ¿Salió el vecino a las 10? ¡No, están todos en casa! Yo en general desconfío del ser humano, pero en este momento excepcional pediría un poco de confianza y responsabilidad para quedarnos en casa disfrutando de las pequeñas cosas que tenemos. Y por favor, quitémonos esta obsesión por el papel higiénico. Nuestra cultura procede del mundo árabe, sabemos que el agua, para la higiene… En fin, no voy a entrar en las diversas técnicas que nuestros queridos amigos musulmanes nos enseñaron que no requerían más que una mano.