ENTREVISTA CON UN PIONERO

Así relató José María Carrascal su mítica llegada a la televisión

Muere José María Carrascal, el mítico presentador de los primeros informativos de Antena 3

José María Carrascal

José María Carrascal / DAVID CASTRO

Juan Fernández / Madrid

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El nacimiento de Antena 3 está asociado a la irrupción mediática de José María Carrascal (El Vellón, Madrid, 1930-2023), el presentador de sus primeros informativos de medianoche. Con sus llamativas corbatas, sus inconfundibles comentarios y sus continuos ataques al gobierno de Felipe González, sorprendió a una audiencia que nunca había visto a un locutor de noticieros hablándole al público apoyado en una esquina de la mesa. Creó un estilo propio: ‘las noticias de Carrascal’.

-Llegó a la tele a punto de cumplir 60 años. ¿Entraba en sus planes?

-Ni en los más remotos. La tele fue para mí una sorpresa. Aún recuerdo el día en que sonó el teléfono de mi oficina de Naciones Unidas, donde era corresponsal del diario 'Abc', y era Luis Ángel de la Viuda, directivo de Antena 3 Radio, con la que colaboraba de vez en cuando, para decirme: nos han dado una tele y Manolo (Martín Ferrand) quiere que hagas un informativo.

-¿Cuál fue su reacción?

-Negarme, por supuesto. Llevaba 30 años de corresponsal de prensa en Berlín y Estados Unidos, tenía mi vida organizada en Nueva York, mi mujer se oponía al traslado, y la tele nunca me gustó, con esos estudios tan fríos que parecen quirófanos. Hasta mi padre decía: ¿qué pintas tú con los titiriteros de la tele?

-¿Qué le hizo cambiar de opinión?

-Dos personas. Una, mi buen amigo Bill Striker, el checo que dirigía el centro de corresponsales extranjeros. Me dijo: tus artículos los leen 50.000 personas, pero en la tele te verán millones. El otro fue Julio Iglesias. Nos hicimos amigos cuando llegó a América y le pedí consejo. Me advirtió: te harás famoso, ganarás mucho dinero y te gastarán mil putadas, pero debes hacerlo.

-¿Qué encontró cuando llegó a Antena 3?

-Comparado con hoy, aquello era una barraca rodeada de huertas. El estudio estaba en un garaje, no le exagero. Me reuní con Martín Ferrand y me dijo: te he traído porque eres veterano y has visto mucha tele, haz el informativo que quieras y no me preguntes. Y eso hice.

-¿Qué idea tenía en la cabeza?

-Me había ido de España en el 57 y no estaba al tanto de lo que se hacía aquí, pero me hablaron del busto parlante y me sonó a los tiempos del parte. Desde el principio tuve claro que había que romper con todo eso. Yo quise hacer algo especial, diferente, desde sentarme en una esquina de la mesa hasta despedir siempre el informativo con una anécdota amable. Rompí moldes y a la gente le hizo gracia.

-¿Lo notó pronto?

-Desde luego, el primer día no. Fue un desastre. El teleprompter nos llegó de Japón esa misma semana y fallaba continuamente. A veces, el vídeo iba de economía y yo leía una noticia de sucesos. Me daba vergüenza salir a la calle. Cuando me atreví a salir, una mujer me reconoció y me gritó: ¡Le he visto en la tele! Me dieron ganas de preguntarle: ¿Y me ha escuchado? Es curioso lo que ocurre con la tele: es un medio que hipnotiza. Da igual que el vídeo falle, lo que importa es que te ven.

-En su caso, se convirtió en uno de los personajes más reconocibles de televisión.

-No me lo recuerde. Los fines de semana, mi mujer y yo teníamos que huir a Portugal para poder pasear tranquilos. Un día, andando por la playa de la Barrosa, en Cádiz, de pronto aparecieron dos señoras gritando: ¡Es Carrascal, es Carrascal! Y la otra: ¡Sí, y va sin corbata!

-Es que sus corbatas impactaron.

-La corbata es la única prenda que le permite al hombre ser original. Ya las usaba así antes de la tele, mi suegra hacía cojines con las más llamativas. Luego descubrí que servían para provocar. Me imagino a muchos de izquierdas pensando descolocados: este tío tan conservador y se atreve a llevar esas corbatas tan extravagantes...

-¿Sus críticas al Gobierno le causaron algún problema?

-Nunca envié la escaleta del informativo a la dirección de la cadena, se enteraban en directo, y jamás me llamaron la atención. Luego supe que el Gobierno llamaba para presionar, pero a mí nunca me dijeron nada. Lo que observé es que cada vez me retrasaban más la hora de inicio. Yo creo que pensaron: pongámoslo cuando no lo vea nadie y nos ahorramos el problema.