Adiós al despatarre

La solución de una diseñadora feminista al 'manspreading'

Manspreading

Manspreading / periodico

María Aragón

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Las campañas contra el 'manspreading'—también llamado despatarre—han sido recurrentes en los últimos meses dentro del feminismo. En esta queja pública, se viene a denunciard cómo los hombres ocupan más espacio del que deben, especialmente en el transporte público, abriendo en exceso las piernas e invadiendo a quienes tienen al lado, generalmente mujeres.

Ante esa necesidad de regular el espacio público, una diseñadora feminista ha buscado la solución. Laila Laurel, graduada en Diseño y Artesanía 3D por la Universidad de Brighton, ha encontrado la silla perfecta para que los hombres cierren las piernas en el transporte público. Y también otra para que las mujeres se sientan más libres. 

'Una solución para el manspreading', un título sencillo y directo que viene a responder a esta necesidad histórica por la que lucha el feminismo.

La primera silla, para los hombres, reduce la superficie de manera que se ven obligados a cerrarlas si no quieren tenerlas en el aire. La segunda, para mujeres, hace exactamente lo contrario poniendo un pequeño trozo de madera para que las mujeres separen un poco las piernas y ocupen más espacio. 

En realidad, la propia diseñadora no se toma muy en serio la propuesta, ya que dice que es una llamada de atención con algo de humor ante un problema al que se enfrentan estas mujeres. 

"Esta práctica se enmarca en la cuarta ola del feminismo", explica la propia Laila Laurel a The Independent. "Quise identificar y desafiar los problemas que rodean a estar sentado y que potencialmente son específicos de género, como el despatarre". 

Con esta idea ha recibido el Premio Belmond de talentos emergentes. "Es una idea imaginativa con aspecto global, un diseño audaz y con un propósito importante en la sociedad de hoy", explicó el jurado, que le otorgó 1.000 euros en estancias hoteleras.

Este diseño viene a poner solución de una manera cívica e imaginativa, pero en anteriores ocasiones hemos visto campañas en esta dirección. Desde alguna más impactante, como la mujer que roció lejía en la entrepierna a los hombres en el metro, a intervenciones institucionales como la que se produjo en Madrid