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Padres irritantes: Las situaciones más surrealistas vividas por un pediatra en urgencias

Explica en redes sociales los tipos de progenitores que acuden al hospital con sus hijos

Imagen de archivo de un pinchazo a un niño

Imagen de archivo de un pinchazo a un niño / Pixabay

María Aragón

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Enfadar a un pediatra de urgencias de pediatría no debe ser nada fácil. La paciencia es probablemente uno de sus principales características, ya que lidian con menores que habitualmente se enfrentan a situaciones emocionales críticas. 

Pero a veces pasa. Y muestra de ello es el relato que ha contado David Andina, pediatra de urgencias y profesor, a través de las redes sociales.

En un hilo viral publicado en Twitter, David narra distintas situaciones vividas recientemente y que le indignan. 

Uno de los ejemplos más habituales es cuando los padres llevan a dos niños a urgencias, como en un pack, y ya que va uno enfermo que miren al otro por si acaso. 

Luego está quien pasa la ITV de los hijos antes de viajar. Están perfectamente, pero no sea que tengan algún defectillo que detectar antes de irse a la playa. 

La solución a la duda. Que vas a un médico y te dice una cosa, vas a otro médico y te dice una distinta. ¿Qué hacer? Poner la salud del crío en manos de un tercer especialista que pueda desempatar. Y cuál mejor que el pediatra de urgencias, que no tiene nada que hacer...

Después están las sospechas de que el origen de la consulta sea real.

Y no darle medicación cuando le toca al menor para que puedan verle "mejor".

Por supuesto, todo el mundo sabe más que esos especialistas. 

Otra de las situaciones surrealistas se dan cuando llegan a urgencias derivados por amistades.

Padres que siguen sabiendo más que los especialistas y por tanto exigen pruebas y medicamentos aunque no los necesiten.

Quienes aprovechan un paseo por la zona para pasarse a ver qué tal.

No podía faltar la homeopatía.

Quien prefiere ir a urgencias directamente en vez de esperar un rato y probar pastillas para el dolor. 

Y el caso más triste de todos, dice.

Con todas estas experiencias y para evitar los colapsos, David concluye: