Documental

El último tabú: el relato de tres madres que renunciaron a la custodia de sus hijos

'El último tabú', documental sobre madres que renuncian a la custodia de sus hijos

'El último tabú', documental sobre madres que renuncian a la custodia de sus hijos / periodico

María Aragón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"He pasado mucho tiempo intentando entender por qué a la gente le molesta tanto la decisión que tomé". "Si fuera un hombre no estaría sentada aquí, sería lo más normal del mundo". Son testimonios dolorosos pero reaccionarios ante lo que les ha tocado vivir.

Estas tres mujeres fueron madres muy jóvenes, cumplieron con los roles que se les había impuesto, pero solo les supuso sufrimiento. La decisión que tomaron las tres es muy similar: dejar la familia, ser el miembro de la pareja que renuncia a la custodia de los hijos. Las tres narran su experiencia a través del documental ‘The last taboo’ (El último tabú), de Chloe White.

¿Cómo reacciona la gente ante una madre que renuncia a sus hijos? Este es el gran tabú de la maternidad. Y así lo expresa esta directora, que recientemente ha sido madre, a través de tres testimonios.

Nataly es madre de dos hijos. De origen israelí, actuó como su entorno le dijo que tenía que hacer. Se casó muy joven, pero ya de camino al altar se dio cuenta de que se estaba equivocando. A partir de ahí, una vida establecida como madre y ama de casa. "No estaba emocionalmente preparada para tener hijos, me forcé", explica. "Era solo ama de casa, mujer y madre. Miraba por la ventana para poder hablar. Sentía que mi cerebro se estaba derritiendo mientras veía que otras mujeres exploraban mundo y viajaban. Me estaba hundiendo, pero ponía buena cara todo el tiempo. Tenía que ser la madre perfecta aunque el bebé me estuviera volviendo loca. No podía expresar sentimientos que fueran distintos a felicidad por tener hijos".  

Rebecca vivió una situación similar, con el agravante de que se fue a Estonia, país de origen de su marido. Su vida se convirtió en un infierno. "Cuando escuché al bebé llorar pensé ‘dios mío, esto va a ser así el resto de mi vida’. Vivíamos cerca del aeropuerto y no paraba de mirar los aviones destino a Londres. Pero no podía escapar. Acepté que estaría allí un tiempo, pero nadie supo lo infeliz y miserable que me sentía". Un día, cuando su bebé tenía 23 meses, se metió en un taxi. “¡Por fin! No sabía qué iba a pasar, pero tenía la sensación de poder respirar".

Para María también fue una decisión dolorosa pero necesaria. Con su reciente maternidad veía en los anuncios de televisión cómo era la madre y mujer perfecta. "Lo intenté. Intenté ser la persona que querían que fuera, pero sentía que había otra parte de mí, que había otra vida. Sabes que tienes que intentar algo. La decisión de irse del hogar es muy complicada, pero cuando lo hice sentí alivio", dice. "Fui juzgada como madre. Me dijeron que tenía que ser esterilizada, que no me tenían que permitir tener hijos. Ninguna somos madres ideales. Tenemos que repensar eso. Por primera vez en mi vida tenía la oportunidad de descubrir quién era yo misma, más allá de una mujer con 27 años, casada y con hijos".

El desenlace es similar en los tres casos. Nataly dejó de fingir que era perfecta y ve a sus hijos varias veces al año. "Cuando estoy con ellos lo estoy al 100%. En mi cerebro está la madre y la mujer soltera, y nadie puede decirme que no puedo hacerlo". Rebecca ve a su hijo y pasa tiempo con él. "Vamos al parque, comemos galletas, hacemos cosas divertidas y nos conocemos. Es muy diferente al resto de relaciones entre madres e hijos, pero es bonito y nos queremos".