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Tragicomedia en casa: el hilo viral sobre el empeño de tener dos gallinas en su patio

Gallina

Gallina / Pixabay

María Aragón

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Según Verónica, era el "momento más temido" por todos sus seguidores. Viendo la repercusión y lo que narra, más que temido debía ser esperado. Porque con mucha gracia, drama y tensión, narra en un hilo su empeño de tener gallinas en casa. A todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez, pero solo unos pocos valientes lo llevan a cabo. "Es una tontería, pero es lo que hay", decía. Bendita tontería.

Todo comenzó casi como un antojo. Embarazada, y no teniendo suficiente con todo el jaleo en casa, quiso cumplir su sueño de tener dos gallinas. Y allá que fue.

Por parejas, que si van de uno en uno se aburren.

Localizó un sitio y fue varias veces hasta que lo encontró abierto. La nave del misterio, relata, más propio de un capítulo de Iker Jiménez.

La conversación fue algo surrealista, tal que así: 

Ella pensaba que el hombre quería que dijese que en realidad quería "un par de pollas". Pero por ahí no pasaba. "Soy una señorita muy bien hablada". Así que debatieron sobre el origen de la gallina, y de si había "cachorritas". Él empeñado en que no existían y la conversación en bucle. Así que zanjó el tema y le dijo que la semana siguiente pasaría a por dos gallinas. 

Enganchó las gallinas de una jaula y las echó a una bolsa de esparto. Plumas por todas partes. 

Le pidió una mano para cargar con la comida, pero el hombre no quería. Ella embarazada, cargando con el saco y arrastrando los pies. Él, con el palillo. "Me acompaña al coche al final, pero sospecho que es para que no salga con un botín tan valioso quemando rueda en el polígono". Efectivamente, le recuerda que tiene que pagar. 

Y después de tantas complicaciones, con las gallinas ya cargadas, comienza la emoción en casa.

En la mente de esta familia, las gallinas eran bajicas y la verja les quedaba alta. No podían escapar. O eso creían. Durante una semana fueron felices con los gatos, la niña, el embarazo, las gallinas y el perro, al que llama "perroceronte", que no paraba de ladrar. Pero pasada una semana llegó la mala noticia. El drama.

Salieron a buscar a la otra gallina al grito de "pitas pitas". Debía tener estrés posttraumático y no podía coclear, dice. Pero una vecina dio con ella vagando sin rumbo. La volvieron a meter en el mismo recinto, pensando que la lección estaba aprendida. 

Los primeros días fueron tranquilos. Ya solo había una gallina y el perro había probado la sangre. Pero llegó el fin de semana y con él la tragedia. Con la visita de su hermana y el parto ya muy cerca, vivieron el terror por segunda vez. Solo que en esta ocasión incluso los niños estaban implicados.

En el porche de al lado, se encontró con una gran cantidad de plumas y el "cuerpo todavía caliente" de Chicaleta. Llamó al perro pero evitó la bronca. Su hermana se encontró con la escena del crimen en todo su apogeo y se ofreció a recogerlo antes de que lo vieran los niños. La gallina estaba troceada. Pero la escena del CSI se complicó.

Después de toda esta angustia, al menos la lección está aprendida. Así que ahora que vuelve a tener gallinas en casa, están en un recinto cerrado. El perro las ronda, pero no han tenido que lamentar más bajas.