Hilo de Twitter

La pesadilla de cuidar de la mascota del colegio en un hilarante relato

Eugenio pasó un fin de semana angustiado y estresado por la tarea familiar que le había preparado la profesora de su hija

Peluche

Peluche / Pixabay

María Aragón

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"Estoy angustiado. Diría que incluso estresado", avanza Eugenio d'Ors en Twitter. Cuando llegó al colegio de su hija no sabía dónde se estaba metiendo. Aunque en principio creía que la niña había hecho algo para que él tuviera que esperar a que se fueran todos los padres y hablar con la profesora, la realidad es que tenía una misión que cumplir como padre ese fin de semana

La profesora se acerca a él con una bolsa llena de objetos y saca un monigote de trapo. Poniendo voz al muñeco y dirigiéndose hacia él, le dice: "Hola, soy Trapitos". Y Eugenio no se corta: "Esto no me puede estar pasando". No sabe si se llama Trapitos, Trapetes o Trapillos, pero seguía a lo suyo: "Me voy con vosotros. ¿Puedo?" Y Eugenio que sigue con su indignación: "Esto es bochornoso, no sé si tengo que hablar con el muñeco o qué". 

Y le explica. Hay una caja en la que su hija tiene que meter un objeto suyo. La niña dice que quiere meter el piano, y el padre que el piano no cabe. La niña llora.

Así que tiene que meter fotos desde que nació hasta la actualidad: de bebé, del biberón, de cuando llevaba pañales, de cuando se los quitó, de cuando se cagaba encima, de cuando vomitaba la sopa, de cuando cumplió un año, de cuando llora, de cuando ríe, de cuando grita, de cuando cumplió dos...

Pero ojo que aquí no ha terminado la tarea... ni la explicación. Trapitos tiene una carpeta, y ahí tiene que pegar fotos del fin de semana. Y después rellenar una hoja donde explicar todo. En las fotos tiene que salir Trapitos. Y él no tiene competidor en las excusas: "Es que no tengo impresora". Ya se lo había dicho. Se respiraba tensión entre ambos a cuenta de la mascota. Otro intento: 

Pero el verdadero drama no viene con la tarea en sí, sino con los plazos. 

Así que Eguenio se puso el viernes de los nervios. "Voy a ir de culo. A ver qué nota me ponen. Qué estrés. De verdad, ¿esto es normal? Ayudadme". Su desesperación fue tal que tuvo en vilo a la gente todo el fin de semana para ver qué pasaba con Trapitos. Así que nuestro protagonista fue actualizando.

El viernes por la tarde Trapete no quería salir de la bolsa. Ni siquiera para atender a la familia. Pero es que la niña se olvidó también de la existencia de Trapete. Estaba solo en esta ardua tarea. 

Aunque cuando la niña se acuerda de la tarea... digamos que es para otra cosa. De repente, escucha un ruido de arrugar papeles en la cocina. ¿Qué papeles? Efectivamente. 

Por la noche trataron de "planchar" esos papeles y sacar al muñeco. ¿Trapero?

Cuando quiso echar mano del muñeco, nadie sabía dónde estaba. Mientras, discusión con la mujer al explicarle las tareas: "Ya te he dicho que necesitábamos una impresora". 

Al fin aparece debajo de una cama. Buscan culpables y se hace el silencio. "No quiero saber, pero creo que ha sido la pequeña. No le gusta Trapitos. No le hace puta gracia", dice contundente. ¡A dormir!

El sábado por la mañana vuelve la normalidad, pero una llamada a mediodía desata la angustia. Trapitos no aparece. Se ha "perdido" de nuevo. Mueven hasta los sofás.

Trapillo llega a casa de nuevo. Parece que lo dejó caer "disimuladamente" por la calle durante un paseo. No iba a tener mejor suerte el domingo, porque no hay cosa peor que dejarte ir que la ignorancia. Salvo alguna cosa.

El domingo, a última hora, toca seleccionar, recortar, redactar, pegar, dibujar y colorear. Y la niña durmiendo. "Pedazo de actividad para hacer en familia", dice. "Esto para los maestrillos que me han escrito diciendo que no entendía nada". 

¡Aquí está el protagonista! O su ojo al menos.