EL PLAYÓLOGO / LA PLAYA IMPRESCINDIBLE

Cala Castell: la playa de París, con mucha historia que contar

Por aquí pasaron Ava Gardner, la baronesa Maud von Thyssen, Josep María Sert, Dalí, Orson Welles, Coco Chanel, Marlene Dietrich, Imperio Argentina, Dominguín...

LA PLAYA DE PARIS

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Miguel Ángel Álvarez

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Si alguien tuviese la amabilidad de preguntarme cuál es la playa de la Costa Brava con más historia que contar, les diría que esta: Cala Castell, en Palamós. Esta playa virgen salvada de la especulación por referéndum popular tiene en sus haberes un poblado íbero con más de 2.500 años de historia, fue la playa más glamurosa de toda la Costa Brava (la playa de París la llamaban) y cuenta con un Paisaje Pintoresco que a punto estuvo de ser derruido por orden del Caudillo.

Aquí se celebraron corridas de toros y saraos de mucho cuidado, se rodaron películas, se gestaron amores de portada y se enterraron príncipes de novela. El clan íbero de los indigets, Ava Gardner, Alexis Mdivani, la baronesa Maud von Thyssen, Josep María Sert, Dalí, Orson Welles, Coco Chanel, Marlene Dietrich, Imperio Argentina, Dominguín, etcétera. fueron algunos de sus protagonistas.

La playa de París

La de Castell tuvo fama de ser una de las playas de la Costa Brava con más glamour, pero no el glamour de los nuevos ricos y las 'celebrities' de hoy en día, sino el glamour de la élite artística de los años 20: aquellos pintores, poetas, actrices, músicos, príncipes y princesas que protagonizaban las portadas de los diarios. Porque a esta playa, amigos míos, la llamaban la playa de París gracias al famoso muralista Josep María Sert, que se inspiró y se enamoró de este arenal al pasear por el camino de ronda, el que le llevaba cogido de la mano entre la tierra y el cielo, mientras le saludaban al pasar el aroma de los pinos, el arte de las olas y la brisa del mar. El artista se casó con la notable escultora Russie Mdivani y se hizo con la finca que lindaba con la playa y una vieja masía que restauró con tanto gusto y en la que fue tan buen anfitrión que logró hacer de su casa y de esta playa el polo de atracción y recalada de la élite artística europea. Dicen que la compró con lo que le pagaron por decorar el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York.

Aquellas primaveras difuntas

Todo en torno a esta playa fue maravilloso, de película, de ensueño, hasta la fatídica muerte de su cuñado, el príncipe ruso Alexis Mdivani. El joven falleció en un trágico accidente mientras conducía apresurado su Rolls Royce de camino a Port Bou, a más de 140 km/h por una carretera sin asfaltar. El príncipe, recién divorciado de la multimillonaria Barbara Hutton (que se volvió a casar justo al día siguiente), falleció en el acto aplastado entre el respaldo y el volante después de varias vueltas de campana, y la copiloto, la bellísima baronesa Maud von Thyssen, la última de sus conquistas amorosas, se salvó de milagro al salir despedida, aunque sufrió graves heridas que le desfiguraron el rostro. Cuentan las malas lenguas que su marido estaba demasiado ocupado ayudando a Hitler como para darse cuenta de las aventuras amorosas de su esposa. Tardaron en desvelar la identidad de la chica (llegaron a ofrecerle hasta 500 pesetas al médico que la atendía) antes del revuelo mediático que supuso la noticia.

“Su cadáver (el del príncipe) descansa hoy entre los floridos parques de Mas Juny bajo una lápida de mármol, en la que serán labrados todos sus nombres y títulos”. Así cerraba el artículo el periodista G. Sánchez Boxa (puedes leer el artículo original en mi blog). El príncipe “conducía como un loco” dijo su exmujer al conocer la noticia. Todo en su vida tenía el mismo ritmo –apasionado y febril– de locura.

 A partir de aquel fatal suceso la tristeza y el abandono se apoderó de la playa y nada volvió a ser igual. El artista, deprimido, vendió la casa y la finca en 1945 a la familia Puig Palau, que construyó, según palabras de Josep Pla, “un palacete de gusto italiano, que probablemente fuera la construcción más bella que se había construido en esta costa en aquellos tiempos”. ¿Y sabéis cómo celebraron la inauguración del palacete? ¡Con una fiesta de lo más cañí! Nada de sardanas y bailes pageses, sino con una corrida de toros a cargo del famoso torero Dominguín y una fiesta flamenca en la playa con Imperio Argentina como artista invitada.

La cala Castell que enamora hoy día

Aquellos glamurosos tiempos ya son nostalgia en la memoria. Sus visitantes ya 'solo' vienen porque es la playa que lo tiene todo, todo lo que desean tanto las familias con niños como los senderistas, e incluso los artistas y los aficionados a la cultura y la historia. Amigos míos, esta playa de arena fina y dorada es perfecta para todos nosotros, y te lo digo yo que he recorrido, fotografiado y documentado todas y cada una de las playas y calas de la Costa Brava en mis guías de 'Todas las playas de Cataluña I y II' (https://elplayologo.com/mis-guias/), 328 playas y calas en total. Cala Castell destaca ya no solo por conservarse casi virgen sino por su amplitud y comodidad, por la calma de sus aguas y por la escasez de desnivel al entrar al mar. Es guapa a rabiar y, además, no le falta de nada. Desde un amplio párking (de pago, eso sí), a chiringuito, duchas, WC, socorristas, alquiler de hamacas, sombrillas y hasta kayaks. Encima tiene la suerte de conservar suficiente espacio libre para extender la toalla sin sentirse enlatados, incluso en pleno mes de las masas, disfrutando mientras tanto de un ambiente de máximo respeto al entorno. Otra de sus ventajas es que no solo es agradable para venir a nadar y tomar el sol: también puedes hacer excursiones a pie por el entorno, declarado Espacio de Interés Natural, además de rutas en kayak de mar, etc. Total, que te puedes pasar aquí el día entero y no la acabas.

Si quieres saber mucho más de la playa de París y ver los artículos originales, fotografías del Rolls Royce siniestrado, qué ver y qué hacer en la playa, la historia de las excavadoras de Franco, etc. ven a verme a: