ANIMALES

"Este gato no se queda en casa": así han 'vencido' estos felinos a los progenitores de sus dueños

Un papá con su felino

Un papá con su felino / periodico

María Aragón

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No hay quien resista a una bolita de pelo en forma de gato. Ni siquiera los padres más duros, esos que dicen "ese animal no pisa esta casa" y pegan un portazo como si de una telenovela dramática se tratara.

Todos sabemos que después del portazo siempre llega la calma. Y en esto de las mascotas, la calma empieza por mirar de reojo cómo juegas a que el gato te dé golpecitos en la mano, y acaba en una intensa amistad de sofá y cama.

Esto le pasó al padre de la tuitera 'male', que mostraba cómo un cachorro negro asomaba por el cogote de su padre, en silencio, muy atento también a lo que pasaba en la tablet. Le das unos cascos al gato y acaba mimetizándose.

Lo de subirse encima debe ser una estrategia de comunicación muy común en el mundo gatuno, pero siempre hubo clases y técnicas. Si el negro optaba por el silencio, la calma, la teoría del no molestar... este otro prefiere ser un poco más amable, más gato, menos raro:

Luego está el que sabe que tiene que ir al corazón del padre. Pero no hablamos aquí tanto de sentimientos, sino de algo literal, de lo cómodo. Lo que viene a ser el paso previo a terminar en la barriga.

No, aunque lo parezca, es otro gato.

A los tres días el animal ya se siente con confianza, se crece. Se piensa que es la estrella del equipo, el jugador imprescindible. Y pasa del banquillo a delantero titular. Vamos, que se mete dentro de la chaqueta del padre y de ahí nadie le mueve. Primer gol.

Ya decíamos antes que esto de la confianza era el paso previo a terminar en la barriga. Por algo dicen que los gatos son más listos, o al menos saben entrar en 'modo sofá'.

Y del sofá ya la relación solo puede ir para arriba. A estas alturas de la película nadie se acuerda de los primeros días, del rechazo inicial y la nominación para abandonar definitivamente la casa. Para arriba quiere decir LA CAMA. La cama es el paraíso gatuno y tu padre también lo sabe. Lo puede evitar un tiempo, pero acabará cediendo. Primero con alguna reticencia, con tensión, como que no quiere la cosa:

Incluso puede alertarte. "Ojo con las infecciones, que estos animales transmiten muchas enfermedades". Nada de meterlo en la cama. Ya, ya...

Si el gato pasa esta crítica etapa, ya tiene el cielo paterno ganado. "Antes todo esto era rechazo", recordarás con el tiempo. Ahora solo hay cucharitas.

Calor humano. Más sofá. Más calor.

Ya está el camino hecho para trazar una bonita amistad. No hay vuelta atrás.

Con estas caritas, cómo no rendirse a la obviedad 

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