A los 109 años

Muere Mingo Parramon, el 'iron man' de Osona

Taxista y propietaro del Bar Ramon en Roda de Ter, Mingo se ha convertido en el hombre más viejo de la historia de la comarca

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Albert Martínez

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Osona ha perdido al hombre de mayor edad de la historia de la comarca, Mingo Parramon, que murió el 18 de febrero a los 109 años. El secreto, según ha declarado su nieto Jordi Parramon a EL PERIÓDICO, es haber llevado una vida sin excesos. "Mi abuelo ha sabido vivir la vida. Ha trabajado poco y en lo que le ha gustado. Solo se ha preocupado de comer, beber y viajar, y no se ha cargado de obligaciones", ha explicado. 

Después de participar en la guerra civil, Mingo Parramon abrió un bar en el centro de Roda de Ter. "En el pueblo había muchos locales, pero el Bar Ramon era el principal, un lugar de reunión para todo el mundo", ha declarado Jordi. Después de 75 años de historia, sus nietos han decidido cerrarlo, pero continúan dedicándose a la gastronomía.

Mentalidad emprendedora

Aunque era el propietario del local, Mingo nunca se dedicó completamente a la gestión del Bar Ramon. Su mujer era la que lo regentaba, mientras que él iba a buscar los productos necesarios a Barcelona. "Fue uno de los primeros de la comarca de Osona en tener coche y muchos hombres con negocios en la capital le pedían que se los bajara", ha añadido su nieto.

Poco a poco, al ver que la demanda aumentaba, pasó a ganarse la vida de taxista. Pero la cosa no acabó ahí: cada vez había más gente que requería sus servicios, y no le bastaba con un coche. "Al final, acabó conduciendo un pequeño bus, que por suerte no acabó en una empresa de transporte", ha ironizado Jordi.

Mingo Parramon se convirtió en una figura pública tanto en el pueblo como en la comarca. El pasado 1 de octubre fue a votar entre aplausos y vítores de sus vecinos de Roda de Ter. "Ha sido un hombre muy vinculado a la política", ha dicho su nieto: "Nació en 1908 y vio muchos cambios políticos. Ha pasado una guerra y una dictadura. Fue motivo de alegría verle ejerciendo el derecho a voto de una forma tan consciente".

El término medio

En la familia de Jordi todo el mundo ha superado los 90 años, y muchos han llegado a las tres cifras. Aun así, el caso de Mingo es excepcional. "Nunca tuvo excesos: bebía vino, pero jamás se emborrachó, y siempre comía en el restaurante", ha declarado su nieto. Solo se comía la mitad del plato que le traían, y para cenar tomaba únicamente un yogur y una fruta. Se acostaba temprano y se levantaba también temprano para salir a caminar, incluso después de superar los 100 años.

"Mi abuelo ha sido feliz gracias a que ha tenido un buen cuerpo", reconoce Jordi. Afirma que él, que se dedica a la gastronomía, ha observado que la dieta es un aspecto importante dentro de la salud, y por extensión de la felicidad. No le había visto enfermar nunca, y recuerda que de joven se colgaba unas anillas de las vigas de la casa para hacer flexiones por la mañana. "No creo que estuviera excesivamente preocupado -admite-; quizás ha llevado una vida sana sin darse cuenta". 

Una cocina saludable

Quizás Jordi Parramon heredó parte de esta filosofía saludable, ya que renunció a la estrella Michelin para su restaurantestrella Michelin, e incluso cerró el local con el que se había ganado este premio porque le parecía que "la alta cocina no tiene en cuenta el cuerpo". "La gastronomía de lujo piensa mucho en el placer y la mente, pero olvida el aspecto más mundano", ha declarado. 

Jordi cree que hay una estrecha conexión entre la felicidad y la salud, y está trabajando para que su próximo proyecto combine estos dos aspectos. "Mi abuelo puedo tener la vida que tuvo porque estaba sano. Si el cuerpo no funciona, no puedes hacer nada", ha sentenciado.

El 'iron man' de Osona

Mingo Parramon era un hombre corpulento, con una fuerte mentalidad atlética. De joven se dedicó al boxeo y tenía la nariz rota. "Y con orgullo", precisa su nieto. Además, recuerda especialmente su metodología para hacerle aprender a nadar: "Me metía en el agua y me venía a rescatar solo cuando me estaba ahogando". "Quizás por esto no me he metido nunca jamás en el agua", bromea, aunque admite que cuando lo recuerda le resulta "entrañable".