TALENTO MALOGRADO

La fuerza de los versos de Gata Cattana

La rapera y poetisa Gata Cattana combinó en sus trabajadas letras el aliento crítico y los impulsos sentimentales, siempre desde el conocimiento de los recursos poéticos

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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La noticia cayó ayer como un jarro de agua congelada sobre la escena musical y poética: la prometedora Gata Cattana, alias de la cordobesa Ana Isabel García, había perdido la vida con solo 26 años a causa de una "complicación cardíaca", según informaba su agencia de management.

La aleatoriedad de todas las cosas se llevaba a un talento personal, que desde sus primeras señales a principios de década había mostrado voluntad de autonomía. Cuando en una entrevista publicada hace menos de un mes le preguntaban si colaboraría con raperos trap, contestaba: "Yo no llamaría a nadie. Si alguien llama a mi puerta, estoy segura de que puede salir algo". Viajaba sola, pero preparada para todo.

Había tardado cinco años en (casi) dar forma al que iba a ser su primer álbum, con título en forma de grito de guerra, 'Banzai', porque para ella el disco iba a ser como ir a una batalla y quedarse tranquila. Ante las obras inconclusas siempre salen preguntas: ¿es más respetuoso guardar o compartir? ¿Cuándo se considera que algo está acabado? Y la más importante: ¿habrían querido el autor o la autora que lo inconcluso viera la luz?

Existe, desde luego, curiosidad por saber qué tenía Gata Cattana reservado para su manifiesto definitivo. Cómo sonaría su rap de vocación experimental, con ecos de flamenco y ritmos latinos, en su versión más depurada. Qué clase de letras imperarían en esta ocasión, si las políticas, las puramente feministas o las escapistas.

Contra la imparcialidad

Ana Isabel García se licenció en ciencias políticas por la Universidad de Granada y ya en su primera maqueta, 'Los siete contra Tebas' (2012), de rap puro, demostró ánimo de expresarse sin censuras. En el tema titular no era, digamos, imparcial en términos políticos: "Con la derecha y su revancha como lastre/ Lo mismo acabo como Larra, o aún peor, como Lorca/ En la cuneta, desterrá del arte".

Una de sus canciones más conocidas, 'Lisístrata', extracto del 'epé' 'Anclas' (2015), subrayaba su muy asumido feminismo. En ella citaba 'Teoría King Kong' de Virginie Despentes y disparaba contra objetivos tan variados pero tan parecidos en algunas ideas como Freud, Nietzsche, Darwin, Franco y Rajoy. "Déjame ser otra cosa que no sea un cuerpo/ Deja de follarme con los ojos cuando paso/ Cuando paso por la calle sola en todo momento". Boom. Según ella, no quería dar las cosas masticadas –le atraía el estilo oblicuo y poético de alguien como Niño De Elche–, pero en esta canción no podía ser más explícita.

Pocas voces rap (de cualquier género) existen en este país con tanto amor por la palabra y atención a la musicalidad de cada sílaba. Donde algunos apenas rebuscan en lo que les pasó ayer para lanzar anécdotas fragmentarias, ella tenía bien estudiados a Góngora y Quevedo, "que en su siglo eran raperos", declaró una vez. Pero sobre todo a Pedro Salinas, porque ella también tenía su lado romántico. Véase el ejemplo de 'Atlanta', tema de aire neo-soul recogido en el 'epé' 'Inéditos 2015' (2016). Era puro escapismo en pos de mundos mejores que quizá estén en este: "Sabes que soy muy flamenca/ Y me da lo mismo Kentucky que Holanda/ Estoy aprendiendo noruego, idiomas eslavos, conjuros hebreos".

Contra el nihilismo, quizá no Nietzsche, pero sí Salinas. Mucho rap se conforma con jactarse de un estilo de vida pendenciero quizá imaginario. Ella prefería construir. "[El rap] puedes usarlo para hablar de bitches y droga, puedes usarlo para construir templos…", declaraba en una entrevista con 'Beatburguer' de hace dos años. DEP.