LUTO EN LOS BANQUETES

Muere en BCN Joan Manubens, el restaurador que dio de comer a Coppola, Allen y Clooney

El dueño del Passadís del Pep paseaba con orgullo el reconocimiento que le dio la guía norteamericana Zagat gracias a las votaciones de los lectores

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IOSU DE LA TORRE / BARCELONA

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Esta tarde del segundo martes de enero ha fallecido el restaurador Joan Manubens, el que alegró los banquetes de Francis Ford Coppola, George Clooney, Harrison Ford y Woody Allen durante tanto tiempo. El propietario del entrañable Passadís del Pep ingresa en la enciclopedia gastronómica catalana de los banquetes pantagruélicos y generosos.

Su amigo Joan Barril escribió esto sobre el Passadís del Pep (plaza Pla del Palau, 2) en una de sus crónicas de la contraportada de EL PERIÓDICO: “Se trata de un restaurante que no tiene ningún rótulo que lo identificque desde la calle. El passadís es exactamente eso: un largo pasillo del que se abre la escalera de vecinos y, al fondo, una puerta de cristal esmirilado que da acceso a un gran festival de sabores”.

SIEMPRE EN EL BARRIO DE LA RIBERA

Fue el inolvidable gurmet de la comunicación, (fallecido también hace dos años) quien un mediodía de hace muchos años, allá por los 90, me presentó a Joan Manubens, que era hermano de Pep, el de la plaza de les Olles (barrio de la Ribera), que alcanzó prestigio internacional mucho antes de que los restaurantes de Barcelona se convirtieran en habituales en los diarios estadounidenses y europeos.

El Cal Pep, abierto quizás en 1989, fue uno de los primeros establecimientos que ocupó espacio en las páginas de 'The New York'. Años después, Joan pudo presumir de que el Passadís era elegido por la guía Zagat como mejor restaurante por rigurosa votación de sus lectores.

Los Manubens empezaron en un 'frankfurt' en el barrio. Queda lejos, pero todavía quien se acuerda de aquellos bocatas sofisticados y creativos con los que disfrutaban los 'brockers' de la Bolsa. De aquí llegaron el Passadís y el Cal.

UNA PAELLA EN EL SÁHARA

Joan era un hombre amable, con ganas de ser seductor y de sorprender con sus proyectos y ganas de viajar. Un tipo especial que luchaba por el disfrute de los demás, de los comensales. Era también un hombre de mar, del Mediterráneo. De estrambóticos retos, como el de cocinar una paella gigantesca en pleno desierto del Sáhara, cuando el Rally París Dakar cruzaba África.

Rescato un recorte firmado por Pau Arenós: “El hermano mayor convenció a Joan para que dejase el taller mecánico y comenzase a reparar otros aparatos sensibles, aunque también repletos de émbolos y lubricantes, como son los estómagos de los gurmets.”

Sus cocineros entendían cómo preparar las mejores gambas y crustáceos. Memorable es el rape alangostado trabajado como si fuera un rosbif. O las láminas de 'ou de reig' y de ceps. O las cocochas “con más gelatina que los labios de Angelina Jolie”, según Arenós, que nunca los probó (los labios). De las virtudes del finado también podrán relatar buenas glosas Quim Vila y Lluís Kao, hombres del vino.

Hace 10 años, cuando el Passadís cumplió 26 años abierto (Manubens no quiso fiestas por el 25 aniversario), se autohomenajeó editando un libro inmenso con obras de Pazos, Guinovart, Evru y Casanoves. Lo presentó en el Museo de Arte Contemporáneo apadrinado por los escritores Joan Barril y Maria de la Pau Janer. Qué menos.