CRÓNICA EUROPEA

El castigo a la austeridad cruza Europa de norte a sur

Marine Le Pen celebra la victoria del FN, anoche en la sede del partido en Nanterre.

Marine Le Pen celebra la victoria del FN, anoche en la sede del partido en Nanterre. / JS/

MARTA LÓPEZ

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Las elecciones celebradas ayer iban mucho más allá de la renovación de la Eurocámara. Eran también el primer gran plebiscito sobre la gestión de la grave crisis económica y las políticas dictadas desde Bruselas para hacerle frente: austeridad y recortes que han tenido sus principales víctimas en los países del sur. Y la austeridad ha pasado factura a través del crecimiento del voto de los extremos, por la derecha y por la izquierda, del euroescepticismo y del populismo y del castigo a las fuerzas tradicionales. Nadie mejor para ilustrarlo que Marine Le Pen, que puso ayer a su partido, el Frente Nacional (FN), en cabeza en Francia, con un histórico 25% de los votos. Un terremoto político que desplazó a los socialistas del presidente François Hollande al tercer puesto, con un irrisorio 15% de los sufragios.

No fue el único seísmo de la noche, en que la baja participación en los 28 países -de media el 43,1%- favoreció a las fuerzas radicales. En Gran Bretaña, Nigel Farage también situó al eurófobo UKIP -que aboga abiertamente por la salida de la Unión Europea- en primer lugar, por delante de conservadores y laboristas, en otro vuelco histórico que posiblemente a partir de ahora endurezca el discurso anti-UE del primer ministro, David Cameron, que afronta elecciones generales el año próximo.

Los antieuro alemanes

También en Dinamarca el xenófobo Partido Popular se erigió en el más votado, con un 23% de los votos. En Hungría, los ultras del Jobbik -racistas y antisemitas- se alzaron con el segundo puesto, con el 15%. Y en Alemania, donde la cancillera Angela Merkel, fue la clara triunfadora, el partido antieuro también obtuvo representación por primera vez, con un 6,5% de los votos, un resultado nada desdeñable para una formación creada hace tan solo un año. Como excepción a la tendencia general, solo en Holanda la realidad tumbó las expectativas del ultra Geert Wilders de ver a su partido antiislam, el PVV, convertido en la primera fuerza.

Grecia, país que ha pagado como ninguno los ajustes impuestos por la troika a cambio de un rescate que evitó su bancarrota, expresó de forma radicalmente opuesta su hartazgo con los sacrificios impuestos desde Bruselas. La izquierda radical de Syriza, cuyo líder, Alexis Tsipras, era candidato a presidir la Comisión Europea, fue la ganadora las elecciones. Y en Italia el euroescéptico Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo se hizo con el segundo puesto, por detrás de los progresistas, al conseguir más del 28% de los sufragios.

Visibilidad y proyección

Con resultados todavía provisionales -el escrutinio no acabará hasta hoy-las fuerzas euroescépticas van a ocupar una cuarta parte de los escaños del nuevo Parlamento Europeo, lo que les va a dar mayor visibilidad y proyección, pero sin capacidad de bloquear las iniciativas de las mayorías europeístas. Las fuerzas de extrema derecha sumarán un centenar de diputados y estarán en disposición de formar un grupo parlamentario propio -para lo que se requiere un mínimo de 25 diputados de siete países- si antes son capaces de limar sus diferencias y arrinconar los personalismos.

La gran triunfadora de la noche, Marine Le Pen, será la encargada de dirigir estas conversaciones. Le acompañará Wilders y esperan sumar a los italianos de la Liga Norte, al SN sueco, al Partido Liberal (FPO) austriaco, y al Vlaams Belang belga. El Partido Popular Danés completaría esta ecuación porque el UKIP británico prefiere, por el momento, no sumar sus fuerzas. Sea como sea, el desembarco de estas fuerzas en Europa va a forzar a dar un giro a la derecha a los conservadores y quizá a endurecer los discursos en materia de inmigración. Pero será difícil rectificar el rumbo y abandonar la austeridad. Porque Merkel ha vuelto a ganar.