Editoriales

Cambio socialista bajo control

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Tras los malos resultados del 25-M, la Ejecutiva del PSOE decidió ayer convocar un congreso extraordinario del partido para el próximo  julio. Con esta derrota, el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ayer mismo anunció su retirada, ha perdido el control de los tiempos diseñado en el congreso de Sevilla. El líder del PSOE alegó ayer que el  cambio propuesto tras el desastre del 2011 sigue siendo válido. Que el camino es abrir el partido a la sociedad con unas primarias, renovar el programa de salida de la crisis, regenerar la vida política y plantear  una reforma constitucional, pero que la dirección actual «no ha recobrado la confianza» de los ciudadanos, «que aún se acuerdan de que todo esto comenzó cuando el PSOE estaba en el Gobierno». En definitiva, que la dirección no ha conectado con la calle. Pese a que la debacle responde en parte a la fuga de electores hacia fuerzas que sí han conectado con la sociedad, como Podemos, Rubalcaba antepone la reorganización interna del partido a la elección del candidato en unas primarias abiertas a la ciudadanía. Lo que entraña dos riesgos: que se aborten las primarias porque el poder del ganador del congreso disuada a sus rivales; o que la votación se celebre y la pierda el nuevo líder, lo que forzaría otro cónclave para conformar una cúpula a la medida del vencedor.

La solución de la dirección saliente, bajo el influjo de la poderosa federación andaluza que encabeza Susana Díaz, es una renovación bajo control. Cambio dentro de un orden que no todos los aspirantes a las primarias aceptan, precisamente porque reproduce los errores que el electorado de izquierdas castigó el 25-M.

Similar peligro acecha a la «reflexión» anunciada ayer por Pere Navarro en el PSC. Remodelar una ejecutiva diezmada y zanjar el debate en una reunión del consejo nacional --integrado por cargos afines a la dirección-- puede que no baste para atajar una sangría electoral que no cesa. Y que Esquerra, principal beneficiaria de la misma, tratará de agudizar en las elecciones municipales del 2015. Huérfano --quién sabe hasta cuándo-- del poder tractor que antaño ejerció el PSOE, para recobrar el pulso perdido el PSC debería suturar heridas internas y recomponer su unidad con un remozado discurso que, sin abdicar de sus principios, sintonice con la nueva centralidad catalana.