ANÁLISIS TÁCTICO

Las cuatro claves del Croacia-España

 

Ocho goles en un partido certifican que las áreas fueron el escenario de una verbena, con aciertos y petardazos

Orsic marca el segundo gol de Croacia.

Orsic marca el segundo gol de Croacia. / Kiko Huesca / Efe

Joan Domènech

Joan Domènech

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1. El cambio de extremos

Empezó España con Ferran Torres como extremo derecho (entró por Gerard Moreno, mientras Álvaro Morata no pierde la titularidad, más útil fuera del área que dentro, por ahora) y Pablo Sarabia en la izquierda. Poco hicieron al verse encerrados por la falta de espacios entre las líneas y sus marcadores. Luis Enrique los cambió de lado para que jugaran a pierna cambiada y, al menos, pudieran salir hacia el interior. Al cabo de un minuto, le caía el balón a la zurda de Sarabia en la vertical de la portería. Luego, Ferran, hábil con las dos piernas, centraba con la zurda a la cabeza de Azpilicueta y con la zurda anotaba el 1-3.

Ninguno de los dos terminó el partido pese a que habían demostrado ya su peligrosidad. Sus sustitutos estuvieron igual de acertados. La entrada de Dani Olmo, otro extremo, sobre todo, se reveló crucial. El exjugador del Dinamo Zagreb fue el asistente de los dos goles de la prórroga al saber detectar el boquete abierto en la zaga de Croacia. Oyarzabal anotó el quinto de la cuenta.

Pedri se escapa de Brozovic.

Pedri se escapa de Brozovic. / Stuart Franklin / Reuters

2 Fútbol avasallador

El plan de Luis Enrique no ha cambiado desde el primer día. Lo que ha cambiado es el acierto ante el gol. Dos veces ha marcado España cinco goles. La selección exhibe el estilo que tenía el Barça con el ahora seleccionador. Un fútbol vertical, vigoroso, que trata de avasallar al contrario con una presión alta, y al que a veces le falta un punto de pausa y de mesura, una dosis de liderazgo para cambiar el ritmo cuando conviene.

Eurocopa: España vs Croacia, resumen del partido

No cambió España tras superar los momentos de zozobra con el autogol de Unai Simón, que se redimió con una labor providencial luego, y tampoco cambió, para mal, cuando había encarrilado la victoria. Con el 1-3 en el zurrón en el minuto 85, no supo gestionar el partido escondiendo el balón y haciendo correr a los croatas. Siguió como si tal cosa, como si necesitara el cuatro gol, y lo pagó muy caro: con una prórroga que debió ahorrarse. No le abandonó el acierto en el área y, entonces sí, procuró que en la segunda mitad de la prórroga no pasara nada. Aunque hubo un susto nada más iniciarse la segunda mitad del que todos tomaron nota. 

Azpilicueta consuela a Unai Simón tras el error del portero en el 1-0.

Azpilicueta consuela a Unai Simón tras el error del portero en el 1-0. / Claus Mads Rasmussen / Efe

3. El buen y mal pie

Le dio Pedri un pase de muerte a Koke que este estrelló al cuerpo de Livakovic y dio Pedri un pase mortal a Unai Simón que se estrelló en la red. La pelota, burlona ella, fuerte, lo que se llama un pase tenso en lo que pretendía ser una cesión, se convirtió en un autogol.

Queda para la estadística oficial que Pedri fue el desdichado autor del primer gol de Croacia, cuando fue la torpeza de Unai Simón, al poner mal el pie, el causante del tanto que convertí el partido en una montaña. La allanó, de nuevo, Pedri. Como lo había intentado con la asistencia a Koke, y lo intentó después al darle un pase elevado a Gayà en el área balcánica que acabó desembocando en el gol de Sarabia. El juvenil canario del Barça no se vio sobrepasado por su intervención en el autogol. Por ser relativamente tangencial y por la madurez adquirida en su primera campaña en el Barça. Simón tampoco pareció afectado: evitó tres goles croatas. Con las manos se redimió. 

Luka Modric, agotado, en una fase de la segunda mitad.  

Luka Modric, agotado, en una fase de la segunda mitad.   / Stuart Franklin / Reuters

4. Modric defiende demasiado

Reventado acabó Luka Modric, en un enternecedor despliegue físico. Enternecedor porque a los 35 años, cumplió la misión que le encomendó Zlatko Dalic, el seleccionador: molestar a Busquets en la construcción del juego español. Se desgastaron tanto los dos veteranos capitanes que ninguno de los dos terminó el partido.

Modric se sometió a un sobreesfuerzo que acabó pagando con visibles muestras de cansancio y una sustitución en el minuto 114 que tuvo también algo de homenaje por su presumible despedida de la selección. La de la Eurocopa estaba cantada con el 3-5 del marcador.

El cerebro madridista corrió más sin balón que con él, y su equipo lo pagó. Croacia, muy defensiva, se vio obligada a un gran sacrificio para llegar al área española. Disfrutó eso sí, de las facilidades que le dieron, del mismo modo que concedió muchas más hasta merecerse una goleada mayor. Brekalo, el lateral derecho, fue una calamidad, incapaz de cerrar en los goles de la prórroga. Modric, privado del balón (33% de posesión tuvo Croacia), se vulgarizó. No es un atleta, sino un artista.