Campo de batallitas

La selección que se atrevió a fracasar en el sagrado año de 1992

La única ausencia de España en un gran torneo en las últimas décadas fue precisamente en el año de gloria del país. El fiasco desató lenguas venenosas

Soccer - Spain

Soccer - Spain / Neal Simpson - EMPICS

Eloy Carrasco

Eloy Carrasco

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Al productor de Hollywood Allan Carr debemos un gran paso del lenguaje políticamente correcto. El señor Carr fue el encargado de organizar en 1988 la ceremonia de los Oscar, y para anunciar a los premiados decidió cambiar la expresión “and the winner is…” por “and the Oscar goes to…”, no fuese el caso de que la palabra “ganador” ofendiese a los derrotados. En esta Eurocopa todavía no sabemos para quién será el Oscar, pero sí parece que, pase lo que pase, hay al menos un ganador: Luis Enrique Martínez.

Con una idea heterodoxa, ajena a convencionalismos e indemne ante cuchilladas, ha situado a la selección en un plano inexplorado de unión, osadía, suerte… y en una semifinal, que no se puede comparar con el eminente periodo 2008-2012, pero no es un mal pico en la cordillera. Porque en la trayectoria de la selección no siempre ha habido un plato caliente en la mesa, y se demuestra que cuando el hambre entra por la puerta, la corrección política salta por la ventana.

Katalinski y Rubén Cano

Desde que Josip Katalinski marcó el gol que dejó a la selección fuera del Mundial-74, y si exceptuamos la Eurocopa de formato reducido de 1976, España ha estado presente en 21 de las 22 competiciones posteriores. Aquel centrocampista bosnio asestó un hachazo a la historia del fútbol español que un delantero algo desgarbado nacido en Argentina se encargó de vengar tres años más tarde.

Rubén Cano no podía saberlo entonces, pero su tanto con la tibia en Belgrado, en la tarde del botellazo a Juanito, cambió el sino de la ‘Roja’, que ni siquiera se llamaba así entonces (¿la Roja? ¿con los secuaces de Franco todavía mangoneándolo todo?). O sea, decíamos, desde entonces, presente en 21 de 22. Y precisamente esa ausencia fue sonada: en 1992, el año del placer y la euforia, de Curro y Cobi, del será por dinero, del somos los mejores. Ese año.

Se disputó aquel verano la Eurocopa de Suecia y España no llegó porque hizo una fase de clasificación nefasta, quedando en su grupo por detrás de Francia y Checoslovaquia. En el camino fue destituido Luis Suárez, tras una derrota en París por 3-1, y su sustituto, Vicente Miera, no pudo variar la ruta de colisión. De hecho, el partido de su debut fue un sonado ridículo en Islandia (2-0). Si en el campo no se vio la furia española, los directivos se encargaron de descargarla luego sobre los jugadores.

También en eso había precedentes. En 1948, antes de un España-Suiza, el general Gómez Zamalloa entró en el vestuario para pedir al equipo “cojones y españolía”, inflamada arenga que hizo que a Pahíño, legendario jugador de la época, se le escapara una risilla: cruz y raya, no volvió a la selección. Después del fiasco de los chicos de Miera en Reikiavik, no crean que la represalia que se les pasó a los directivos por la cabeza fue muy diferente.

Cocinero y vino de Rioja

Se habló de “amaneramiento”, pues la pulsión de la fiereza aún estaba muy presente como elemento esencial del juego, y se pidió al seleccionador que apartase a ciertos nombres hasta entonces considerados “intocables”. Eran los tiempos de la Quinta del Buitre, y algún responsable federativo se despachó a gusto, bajo anonimato, en unas declaraciones que recogió el diario ‘El País’.

"No hubo coraje, ni furia, ni vergüenza profesional. Tienen cocinero, vino de Rioja, masajista, fisioterapeuta, jefe de prensa, están en un hotel de cinco estrellas y viajan en un chárter para regresar más pronto. ¿Qué más pueden pedir?”. Hasta el entonces director general del CSD, Rafael Cortés Elvira, se animó a dar una patadita al cadáver. "Esta derrota tiene que suponer el cierre de una etapa. No me ha gustado nada el equipo. No se puede seguir así".

Ante semejantes desórdenes de la delicadeza, al productor Allan Carr se le habrían puesto los pelos de punta.

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