Kane ayuda a Sterling a eliminar a Alemania

Tres de los cuatro goles de Inglaterra llevan el nombre de Raheem Sterling. El cuarto, sobrante, el único no decisivo, lo firmó Harry Kane. La solución de Inglaterra se dibuja como una contrariedad para Pep Guardiola, que barruntaba prescindir del extremo e incorporar al delantero centro para el Manchester City. Los tabloides dicen que Sterling está enfadado y ofendido por no ser considerado imprescindible en su equipo, pero sí en la selección, donde su valor se revaloriza en cada partido. El de Kane todavía no se deprecia, tiene crédito.

En cualquier caso, Sterling transforma ese supuesto estado de ánimo en un acierto impagable ante el marco ajeno, aunque pudo echar por tierra su propia heroicidad poco después de marcar el 1-0 en una pérdida que dejó a Thomas Müller cabalgando solo hacia Pickford. La tiró fuera el incombustible delantero alemán, corroborando que no era el torneo de esta desconocida Alemania que perdió con Francia y empató con Hungría. Llegaba con el paso cambiado y el tropezón la echó a la cuneta.

Los goles llegaron en el último cuarto de hora. Qué casualidad que aparecieran a partir de la entrada de Jack Grealish, el imaginativo futbolista del Aston Villa y a quien también quiere Guardiola.

Más miedo que ambición

Primó el miedo a la ambición. Asustados por el frenesí goleador de la víspera, con los ocho goles del Croacia-España y los seis del Francia-Suiza, hubo una ola de contención en la Eurocopa. Poco dados a la jarana en el césped con una eliminatoria en juego, Inglaterra y Alemania prefirieron blindar el área que seguir el camino del bullicio festivalero.

Noticias relacionadas

La Eurocopa de Inglaterra exhibe el ‘boom’ del fútbol femenino

El Espanyol quiere volar alto ante el Cádiz

Tapados hasta las cejas y con el paraguas abierto por la copiosa catarata que vieron caer, jugaron a esperar a que saliera un rayo de sol, con un robo que propiciara una rápida transición o un buen balón parado. O Grealish. Cambió más Inglaterra que Alemania, que cierra lentamente la etapa de Joachim Löw en la selección y, claro, el ambiente no está para risas.

En el cada vez más lleno Wembley, Gareth Southgate transformó la defensa de cuatro a la fórmula de los tres centrales más dos laterales. Se igualaron las dos selecciones en la disposición táctica para neutralizarse más que para agredirse, con una manifiesta inferioridad de las delanteras. Sterling hizo lucirse a Neuer y Werner enfangó a Pickford, pero el tipo más peligroso de todos, el más rematador, era Harry Maguire con su formidable altura. Hummels retrasó la gloria de Kane hasta que el capitán inglés se sacudió el maleficio y redondeó el triunfo de cada partido que va gestando Sterling.