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Assumpta Bou, la guardiana de la joyería arqueológica tiene taller en Barcelona

Es una de las pocas maestras orfebres del mundo que domina técnicas milenarias como la granulación etrusca. Su especialidad son las alhajas con monedas persas, sellos romanos y piedras raras talladas a la antigua, que sus manos convierten en auténticos amuletos

Assumpta Bou domina las técnicas milenarias de la joyería, y las enseña en su taller en Barcelona.

Assumpta Bou domina las técnicas milenarias de la joyería, y las enseña en su taller en Barcelona. / Macarena Pérez / EPC

Laura Estirado

Laura Estirado

Barcelona
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Entre la Catedral de Barcelona y la plaza de Sant Felip Neri, la estrecha y sinuosa callejuela de Montjuïc del Bisbe esconde una coqueta tienda con doble escaparate. Es la joyería y el taller de Assumpta Bou (Barcelona, 1980), una de las pocas maestras orfebres que hay en todo el mundo que domina técnicas milenarias como la granulación etrusca, el cordoncillo o el repujado y que reivindica las alhajas no como símbolos de estatus sino como verdaderos amuletos cargados de significado para quien los luce.

A través de las vitrinas de su tienda se observan colgantes y pendientes con monedas persas y romanas, cruces medievales, anillos con turmalinas y esmeraldas talladas a la antigua. "Muchos clientes me preguntan si esto es legal, porque piensan que estas piezas solo están en los museos. ¡Por supuesto!", se presenta la joyera, tras quitarse las gafas con lupa de aumento y el mandil de cuero con el que ha estado repujando unos pendientes en forma de semilla en la sala con varias mesas atiborradas de martillos, cinceles, pinzas, sopletes y balanzas.

Taller con la muralla romana

Aunque hace nueve años tuvo otro 'atelier' en el Putxet, hace un par que se ha instalado en este local cargado de historia y simbolismo, dos palabras que elevan del suelo a Assumpta. El taller donde trabaja a diario y da cursos de alta joyería arqueológica data del siglo XIV, formó parte de las dependencias el monasterio de Sant Felip Neri y tiene como una de sus paredes un trozo de la antigua muralla romana de Barcino. "La fachada de la tienda y el taller fue reconstruida tras los bombardeos franquistas del 30 de enero de 1938 [murieron 42 personas, la mayoría niños que asistían a la guardería que había en la plaza y buscaron refugio en la iglesia, que hoy conserva las cicatrices de aquellos disparos en su fachada]. El local también acogió clases, un comedor... Es un sitio muy cargado de historia que parecía estar predestinado a que aquí se hicieran joyas arqueológicas", relata Bou, que consiguió hacerse con el local, cuando el negocio de bicicletas que también albergó cerró a causa de la pandemia.

Arte nada convencional

La joyería que practica Bou desde hace dos décadas no es nada convencional. De hecho, no hay nadie en España que la practique, si bien es una corriente dentro del sector muy valorada y con especialistas en Italia, Alemania y EEUU. "Queda algún hombre mayor por el sur, por Sevilla y Trujillo, que trabaja con alguna técnica antigua, pero aquí no se valora, por lo que me tuve que ir a Roma y Florencia a estudiar orfebrería milenaria con los mejores especialistas que hay en el mundo", asegura. Como la granulación etrusca, una técnica decorativa de origen mesopotámico que consiste en la unión de pequeñas esferas de oro sin necesidad de soldadura, y que fue recuperada en Occidente en el siglo XIX. Son las mismas bolitas, por ejemplo, que aparecen en la empuñadura de oro de la daga de hierro meteorítico de Tutankamon.

También es especialista filigrana, el repujado o el cordoncillo romano...

"Esta joyería tiene que ver con lo primitivo, lo ancestral. Como los niños que guardan piedras y semillas en sus bolsillos, ramitas, bolitas de arena, conchas"

"Este tipo de joyería no se puede hacer con instrumental moderno, por ejemplo yo uso sopletes antiguos que consigo en anticuarios, y también tiene la particularidad de usar 'artifacts', objetos antiguos, como monedas antiguas, la mayoría persas y sellos romanos, así como cruces medievales", resume Bou, que se abastece de estas piezas históricas en numismáticas internacionales y en mercados de antigüedades al sur de Francia o en la Feria Inhorgenta de Múnich.

"Tengo cosas superbonitas, como esta moneda -señala-, con el fundador del imperio persa con un arco. De todo tengo su ficha de certificado de autenticidad", especifica.

Amuletos ancestrales

Cuenta que se enamoró de este tipo de joyería por ser "diferente". "No es de brilli-brilli, ni de estatus, aunque sí que te pone bonita. Pero tiene que ver con los amuletos, los talismantes, lo simbólico en su vertiente más romántica. Es una cosa primitiva, ancestral. Como los niños que guardan piedras y semillas en sus bolsillos, ramitas, bolitas de arena, conchas...", invoca.

Cada colección de joyas de Assumpta Bou se centra en una técnica orfebre diferente. La última, 'Aura Seeds' (semillas de aura), gira en torno a las semillas y muchas de sus piezas se han hecho a base de embozado o repujado, para dar volúmen al oro. "La semilla es, junto con las conchas, lo más antiguo de la joyería. Antes de poder perforar una piedra se usaron estas dos cosas. La semilla significa bonanza, es un símbolo de esperanza. Para mí, lo que hago está relacionado con lo poético. Mi motor es esta especie de poesía de las cosas", observa con emoción.

Oficio de sumerios

Bou vive con pasión su oficio y le gustaría que no se perdiera, por eso da clases en su taller para quien quiera aprenderlo, y que estas técnicas que ya usaban sumerios, egipcios, griegos y romanos no se pierdan.

Ella había estudiado Filosofía y Bellas Artes. "Empecé con la pintura y luego me pasé a la escultura. De pequeña me encantaba hacer miniaturas", recuerda. Mucha gente de su familia guarda como un tesoro las nueces que les regalaba Bou. "Las partía, las limpiaba por dentro, les ponía una bisagra, y en un lado hacía el cielo y en otro la tierra, y les ponía cositas dentro", cuenta.

"Tenemos la cabeza hackeada por los precios del consumo rápido de Amanzons y Temus. Pero lo artesano está hecho con un tiempo totalmente contrario al usar y tirar"

Parroquia fiel

Hoy sus clientes son otros. La mayoría, "un 80%", son americanos y extranjeros que se alojan por la zona. "El cliente americano valora mucho las monedas y las técnicas antiguas. Tenía la idea de que no sería así, pero América es muy grande. El cliente que entra en la tienda es gente especial, con sensibilidad artística y cultural, amante de la historia. También tengo una clientela fiel de Barcelona, que me pide encargos a medida para celebraciones especiales, nacimientos... y muchos autorregalos de mujeres", detalla.

Su materia prima es el oro, de 18 y 22 quilates, cuyo precio está desbocado. "Ha subido un 40% en dos años, y ahora está a 91 euros", afirma la joyera, cuyas piezas exclusivas tienen un precio medio entre los 1.000 y 3.000 euros. "Tenemos la cabeza hackeada por los precios del consumo rápido de Amanzons y Temus. Pero lo artesano está hecho con un tiempo totalmente contrario al usar y tirar, y eso implica más valor y más precio alto", justifica la guardiana de la joyería arqueológica.

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