Medicamentos

La farmacéutica Ferrer invertirá 20 millones en reconvertir su planta de Esplugues

Se quiere reconvertir la planta de dermocosmética para que pueda producir también medicamentos líquidos y que esté lista en 2023

Planta Ferrer dermocosmética

Planta Ferrer dermocosmética / Google Street View

EFE

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La farmacéutica catalana Ferrer destinará unos 20 millones de euros a reconvertir la planta de dermocosmética que tiene en Esplugues de Llobregat (Baix Llobregat) para que pueda producir también medicamentos líquidos.

En una entrevista con EFE, el consejero delegado de Ferrer, Mario Rovirosa, ha explicado que la compañía quiere potenciar aún más los medicamentos de marca, la innovación propia y volcarse en áreas terapéuticas como la neurología y la neumología.

Ferrer ya había diseñado una hoja de ruta en ese sentido en su plan estratégico hasta 2025, pero recientemente ha ratificado las líneas estratégicas y ha actualizado dicho plan, que ahora abarca el período 2022-2026.

Uno de los proyectos que tiene en marcha la compañía es la reconversión de su planta dermocosmética de Esplugues de Llobregat para que produzca medicamentos líquidos.

Actualmente esta factoría produce productos cosméticos y dispositivos médicos, y Ferrer externalizará una parte de la producción y adaptará una parte de las instalaciones para producir medicamentos líquidos.

Con estas obras, que arrancaron ya en 2020, Ferrer busca dejar más espacio disponible en la planta de Sant Cugat del Vallès para que esta última pueda centrarse en la producción de medicamentos sólidos.

La reconversión de las instalaciones de Esplugues debería estar lista en 2023, ha precisado Rovirosa, que ha aclarado que la inversión en este proyecto comprende varios ejercicios.

Mas negocio internacional y más especializado

Ferrer obtiene actualmente un 56% de sus ingresos del extranjero y su plan estratégico quiere potenciar la presencia internacional. "Al final del período del plan estratégico deberíamos estar en torno a un 75%" de ventas en el exterior, ha apuntado el directivo.

Ferrer prevé lanzamientos de productos innovadores entre 2023 y 2026, y en esta línea contempla la posibilidad de abrir filiales en los próximos años en países donde ahora no tiene presencia directa, como en Italia, Francia y Reino Unido, así como reforzar su implantación en Alemania, aunque todo ello condicionado al calendario de desarrollo de estos nuevos productos.

En particular, la farmacéutica quiere enfocarse hacia la neurología y la neumología especializadas para tratar, por una parte, patologías como las enfermedades pulmonares intersticiales, la hipertensión arterial pulmonar o la hipertensión pulmonar, y por otra, enfermedades como la epilepsia, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o la fibrosis quística.

"En estas áreas estamos poniendo todos los recursos tanto de desarrollo como de búsqueda de producto en el mundo que esté en una cierta fase de desarrollo, de forma que nosotros podamos adquirir y acabarlo de desarrollar u obtener alguna licencia a punto para comercializar", ha asegurado Rovirosa, que ha añadido que se estudian "activamente" operaciones de este tipo.

En esta línea, Ferrer anunció hace unos días que ha arrancado un ensayo clínico de fase III de un fármaco para tratar la ELA.

Remodulin, para el tratamiento de la hipertensión arterial pulmonar, es uno de los superventas de Ferrer, aunque este fármaco ya está sufriendo la competencia de genéricos, y por eso la compañía trabaja en desarrollar nuevos productos innovadores que den el relevo a productos como este.

"Apostamos por un negocio muy especializado, más o menos hospitalario, que se dirija a patologías más nicho", ha resumido el directivo.

Apuesta por la I+D

Para ello, Ferrer planea destinar a investigación y desarrollo (I+D) el equivalente al 10% de las ventas, ya que esta área ahora tiene un peso de en torno al 6% de los ingresos -el año pasado se dedicaron a ello 21 millones-.

Rovirosa ha subrayado que ese objetivo quizá puede alcanzarse "en tres o cuatro años", ya que se debe hacer compatible con lograr un mínimo de rentabilidad, ha insistido.

En los últimos años Ferrer ha llevado a cabo diversas desinversiones de negocios como los genéricos -Tarbis-, la fabricación de principios activos farmacéuticos -HealthTech BioActives- o bien las alergias -Diater- para buscar rentabilidad y reducir al mismo tiempo su deuda.

La compañía sigue considerando no estratégicos negocios como el químico o el de medicamentos de venta libre, pero Rovirosa asegura que su situación financiera ya no es problemática, ya que la deuda neta se situará este año en torno a los 100 millones, por lo que aborda su futuro con tranquilidad.

Mejora en facturación y apuesta por proyectos sociales

Tras un arranque de 2021 complicado, Rovirosa ha explicado que desde mayo las ventas "han remontado", por lo que estima que se cerrará el ejercicio "por encima del año anterior", cuando facturó 557 millones.

El directivo ha recordado que Ferrer busca un umbral de rentabilidad del 10%, pero que, superado ese nivel, destina sus ganancias a sufragar proyectos sociales, porque esa la voluntad de la familia propietaria, liderada por el presidente de la compañía, Sergi Ferrer-Salat.

Rovirosa ha precisado que una parte de los beneficios de la compañía sirven para sufragar proyectos benéficos, entre ellos la fundación de música Ferrer-Salat, la cocina industrial creada con personal del desaparecido restaurante Monvínic, que prevé ofrecer en 2022 un millón de comidas al año a personas sin hogar, o bien el huerto social impulsado por Sergi Ferrer-Salat en Barcelona.

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