Dos vidas para los residuos

La Comisión de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo impulsa diversas iniciativas de economía circular para lograr un uso más sostenible de las materias primas
Compartir
  Dos vidas para los residuos

Cada europeo consume anualmente una media de 14 toneladas de materias primas, un disparate ambiental porque los recursos de la Tierra no son finitos y, además, gran parte acaban convirtiéndose en miles de kilos de residuos de difícil gestión. Por si fuera poco, la mayoría de los hidrocarburos, los metales y otros elementos estratégicos como el fósforo y el litio deben comprarse en el extranjero.
Para revertir la situación, el Parlamento Europeo, a través de su Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, impulsa desde hace años diversas iniciativas de economía circular, es decir, encaminadas a reducir el consumo en origen de materias primas, fomentar la reutilización y cerrar el ciclo mediante el reciclaje. Este 2017 será particularmente activo con la próxima aprobación por parte del pleno del Parlamento de cuatro nuevas directivas –gestión de residuos, envases, vertido de residuos y baterías y chatarra electrónica– que marcarán la política ambiental comunitaria de los próximos años. «Será un desafío de primer orden –subraya la Comisión–. La mejora en la eficiencia de los recursos en toda la cadena de valor reducirá las necesidades de abastecimiento de materiales entre un 17% y un 24% en el 2030».. 

Dos años de trabajo

Ha sido un largo trabajo. «En el 2014 se decidió modificar las directivas existentes porque se consideró que no eran suficientemente ambiciosas», resume la diputada española Soledad Cabezón, de la Alianza Socialista (APSD). La normativa daba lugar a mucha «discrecionalidad», a que cada país avanzara a su ritmo. «Aunque la gestión en la Unión Europea (UE) ha mejorado considerablemente en los últimos decenios –pone como ejemplo la propia comisión–, casi un tercio de los residuos municipales siguen yendo al vertedero [sin tratamiento previo]». Las mejores tasas de reciclaje las presentan Bélgica, Irlanda, Países Bajos y Dinamarca.
Durante dos años se trabajó hasta obtener un primer borrador. «Hubo luego más de 2.000 enmiendas que acabaron finalmente reducidas a 166», añade Francesc Gambús, diputado por Unión Democràtica de Catalunya y ahora adscrito como independiente en el Grupo Popular Europeo. Entre otros aspectos, la normativa –aprobada por la comisión el pasado 24 de enero– subraya que en el 2030 al menos el 70% en peso de los residuos municipales (procedentes de hogares y empresas) deberán ser reciclados o preparados para su reutilización (es decir, controlados, limpiados o reparados). El porcentaje actual es del 44%. Además, los vertidos directamente arrojados en vertedero deberán limitarse a un máximo del 10% en el mismo año.
«De las cuatro directivas, la dedicada a residuos ha sido la más problemática porque supondrá un cambio social muy importante», estima Gambús, que ha participado intensamente en la redacción como portavoz de su grupo en la comisión. «El texto legislativo aún no está cerrado, pero en líneas generales el objetivo es penalizar a quienes sigan vertiendo residuos en vertedero», resume el eurodiputado democristiano.

Mejores y peores

a propuesta incluye una posible prórroga para los seis países de la UE-28 (Chipre, Croacia, Grecia, Letonia, Malta y Rumanía) que todavía depositan en el vertedero más de tres cuartas partes de sus residuos municipales. «Se les permite una moratoria, pero siempre con un seguimiento estricto», precisa Cabezón. En este capítulo, los seis países más avanzados –ya han dejado de llevar residuos al vertedero– son Austria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, los Países Bajos y Suecia. Otra de las novedades del texto es que se ha incorporado la perspectiva del fabricante. «Es decir –insiste Gambús–, se incide en la importancia de fabricar productos que luego puedan ser fácilmente reciclados». Es lo que se conoce como ecodiseño. De hecho, actualmente hay productos que se compran y que, una vez se estropean o dejan de ser útiles, «no hay mas remedio que tirarlos», añade. Y acaban en el vertedero o en la incineradora.
La votación definitiva en el pleno del Parlamento se celebrará a mediados en marzo en Estrasburgo. «Espero un respaldo bastante importante», vaticina Cabezón. Lo mismo opina Gambús: «En los esencial tirará adelante casi con toda seguridad». Tras la aprobación parlamentaria empezarán las negociaciones con el Consejo y la Comisión Europea para su visto bueno definitivo. Luego, claro está, la normativa «deberá ser traspuesta a las respectivas legislaciones nacionales», añade la diputada socialista. El proceso se puede prolongar durante dos años.
El texto en proceso de negociación también aboga por una reducción del 50% en los residuos de alimentos para el 2030 (actualmente se estiman en 180 kilos per cápita al año). Y propone un objetivo similar para la basura marina. Para los materiales de embalaje, como el papel y el cartón, los plásticos, el vidrio, el metal y la madera, los eurodiputados proponen un objetivo de al menos el 80% de reciclaje para el año 2030.
El paquete ya aprobado por la comisión incluye asimismo el correcto reciclaje de los vehículos tras su vida útil (la recolección por operadores ilegales continúa siendo un problema para su total implementación); las baterías y acumuladores (en el 2013 solo se recuperó el 40%, mientras que el resto se incineró o se dejó en vertederos, con el riesgo que supone para la salud y el medio ambiente) y el equipamiento electrónico. El año anterior, el pleno del Parlamento Europeo ya aprobó una norma para prohibir el uso de metales tóxicos como el mercurio y el cadmio en baterías, pilas y acumuladores.
Soledad Cabezón explica que también se han incorporado diversas directrices para desincentivar la muerte programa de los electrodomésticos, un diseño planificado de antemano por los productores para definir la vida útil de los aparatos.

Gran trabajo legislativo

La Comisión de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria es la mayor del Parlamento Europeo y «una de las que hace más trabajo legislativo», dice Gambús. Está compuesta por 69 miembros, en representación proporcional de todos los grupos, de los cuales cinco son españoles (los miembros titulares de la comisión tienen derecho a ser suplentes en otra).
A raíz de la firma del tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo se dotó «de mayores competencias en materia legislativa», explica Cabezón. Y los asuntos ambientales y de salud han sido claves. Entre los ámbitos de la comisión de medio ambiente destacan aspectos como la lucha contra el cambio climático, la contaminación del aire, los residuos peligrosos, los productos farmacéuticos y los cosméticos y el etiquetado y la seguridad de los productos alimentarios.
«Las nuevas directivas no supondrán un menoscabo para la competitividad europea, sino todo lo contrario», estima la eurodiputada socialista, quien recuerda que se espera la creación en Europa de dos millones de empleos en los próximos años como consecuencia de las políticas de economía circular. Además de beneficiar al medio ambiente, esta nueva legislación contribuirá a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y reducirá la dependencia energética del exterior.
«Nuestro planeta y nuestra economía no podrán sobrevivir si mantenemos el enfoque del toma, fabrica, utiliza y tira. Tenemos que conservar los recursos y explotar plenamente todo el valor económico que atesoran», concluye Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea.