Crecimiento global con derechos humanos

La Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo define la política comercial común de la Unión Europea y fomenta el crecimiento económico, pero también vigila que las legislaciones de este sector respeten los derechos humanos
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  Minerales de conflicto

Aunque la actual crisis económica tiene un origen financiero, esta ha acabado impactando en otro importante indicativo: el comercio mundial. Sin incremento del comercio entre países es muy difícil que haya crecimiento económico, por lo que definir las reglas del intercambio entre Estados y otros países una cuestión básica del progreso.

Desde su fundación –Tratado de Roma-, la Unión Europea tuvo claro que la política comercial debía ser una de las materias comunes de los Estados miembros. Y es la Comisión de Comercio Internacional (INTA, por sus siglas en inglés) del Parlamento Europeo la que tiene competencia en los asuntos relacionados con la política comercial común de la Unión y sus relaciones económicas exteriores. Gestionar las relaciones financieras, económicas y comerciales de la UE con países terceros y organizaciones regionales; adoptar medidas de armonización o normalización y velar por que los acuerdos respeten los Derechos Humanos son sus funciones.

Contenedores en el puerto de Barcelona.

Contenedores en el puerto de Barcelona. (JOAN CORTADELLAS)

“Hay un gran desinterés por parte de la población en general sobre los temas comerciales, pero esta es una de las materias, sino la que más, que marca el futuro de la economía y el progreso”, explica el profesor de Esade Agustí Ulied. Como ejemplo pone el caso del Reino Unido: en pleno debate sobre el brexit, una de las cuestiones que más debe preocupar al Gobierno británico es que tendrá que negociar, desde cero, acuerdos comerciales con el resto del mundo para poder mantener el crecimiento.

Desde que comenzó la crisis en el 2008, el 90% del crecimiento mundial se ha dado fuera de la Unión Europea. “No hay otra salida de la crisis que aumentar las exportaciones. Y eso significa abrir mercados, facilitar las relaciones comerciales entre países para que las empresas lo tengan más fácil”, agrega el profesor del IESE Víctor Pou. Ese es uno de los motivos por lo que las políticas comerciales son tan importantes: marcan el qué y el cómo de las relaciones comerciales y, por tanto, del crecimiento

CETA y TTIP

La Comisión de Comercio Internacional lidera las negociaciones en el Parlamento Europeo sobre los tratados de libre comercio. “Hablar de tratados comerciales no es solo hablar del comercio en sí, sino de las normas reguladoras. Las empresas ya activarán el comercio por sus intereses de negocio; pero antes hay que negociar las condiciones”, señala Ulied.

La eurodiputada Inmaculada Rodríguez-Piñero.

La eurodiputada Inmaculada Rodríguez-Piñero. (INMMCHEL CHRISTEN)

Actualmente, las negociaciones más importantes sobre la mesa son el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, entre la UE y EEUU) y el CETA (Acuerdo Integral sobre Economía y Comercio, entre la UE y Canadá). Cada uno está en momentos diferentes, pero el objetivo es común: regular las relaciones comerciales para ampliar los intercambios.

“Cada país es relativamente proteccionista con sus empresas. Es lo más normal del mundo. Pero al mismo tiempo hay que abrir mercados, y eso es lo que hacen tratados como el CETA o el TTIP. Se negocia la base, las normas que regirán, con el fin común del crecimiento”, agrega Ulied. La clave está en las condiciones, y es ahí donde siempre surgen las divergencias. De momento, el TTIP ha quedado en pausa después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, haya asumido el cargo. Manifiestamente contrario al acuerdo entre la UE y EEUU, Trump ya ha firmado también la salida de Estados Unidos del TTP (el tratado de libre comercio entre 12 países del Pacífico).

Trabajadores de Foxconn en  China, en una fábrica de componentes electrónicos.

Trabajadores de Foxconn en China, en una fábrica de componentes electrónicos. (AFP)

El CETA, el acuerdo de libre comercio con Canadá, sí que sigue su camino. La Comisión de Comercio Internacional ya lo ha aprobado, y ahora debe obtener el visto bueno del Parlamento Europeo (después deberá ser ratificado por los estados miembros). “Es un acuerdo de nueva generación, que ha costado muchos años. Tendrá un gran impacto positivo sobre el PIB de los países miembros, de entre 12.000 y 15.000 millones anuales, y de 8.000 millones más para Canadá.  Además es importante porque puede servir de modelo para futuros acuerdos”, explica Pou. El CETA, por ejemplo, eliminará casi la totalidad de las barreras arancelarias entre ambas partes (el 99%). “Un acuerdo como el CETA es beneficioso en líneas generales”, afirma Ulied, quien agrega: “Como siempre hay temas de debate. Por ejemplo que las negociaciones han sido secretas, o que Canadá no reconoce el ‘principio de precaución’ que rige en la UE en materia de seguridad alimentaria”, agrega. Tanto el CETA como el TTIP han despertado las críticas de grupos ecologistas y organizaciones no gubernamentales, además de algunos grupos de europarlamentarios. Temen que no solo no genere riqueza, sino que los consumidores pierdan derechos.

Minerales en conflicto

Pero el objetivo de esta comisión no es solo que haya más comercio, sino de hacerlo mejor. “La política comercial es un elemento fundamental para regular la globalización. Además hay que respetar los Derechos Humanos, y lo que se está haciendo es no solo introduciendo elementos de respeto en los nuevos acuerdos comerciales, sino en lanzar regulaciones específicas sobre cuestiones de interés comercial”, explica Inmaculada Rodríguez-Piñeiro (S&D), una de las dos eurodiputados españoles que son miembros titulares de la Comisión de Comercio Internacional.

Imagen del documental 'Blood Mobile' sobre las minas del Congo.

Imagen del documental 'Blood Mobile' sobre las minas del Congo.

Un ejemplo de esta actividad son los minerales de conflicto, aquellos materiales que provienen de la República Democrática del Congo o de alguno de los países vecinos. Se les conoce como tal (o como minerales de sangre) porque, en algunos casos, las ganancias obtenidas por su venta se utilizan para la financiación de grupos armados en la región. En este sentido, la INTA aprobó a mediados de enero el acuerdo europeo que busca garantizar que las compañías obtengan de forma responsable minerales como el estaño, tantalio, tungsteno y oro, que no hayan servido para financiar conflictos. Estos materiales son usados en la fabricación de componentes de coches, teléfonos móviles o joyas.

“Había una regulación que decía que las empresas debían garantizar que los materiales obtenidos no habían servido para financiar grupos armados pero esta se basaba en la voluntariedad. Un estudio afirmaba que solo el 4% de las 420 principales empresas que los usan en Europa se habían adherido”, explica Rodríguez-Piñeiro. Ahora, el nuevo acuerdo obligará a las grandes empresas importadoras a tener un sistema de certificación de diligencia debida sobre el origen de esa materia prima, garantizando su procedencia ‘limpia de sangre’. Organizaciones como Greenpeace y Amnistía Internacional habían reclamado en varias ocasiones una regulación al respecto, denunciando las consecuencias que tienen sobre la población local el comercio con este tipo de minerales. “Ponemos el punto de mira en el primer eslabón. Habrá que trabajar con los países de origen”, reconoce la eurodiputada, que añade: “No es todo lo buena que hubiésemos querido, pero es un buen inicio. Las pymes que trabajen con esos materiales, por ejemplo, se regirán por el principio de voluntariedad”, completa Rodríguez-Piñeiro.

Derechos humanos

Otra de las cuestiones en defensa de los Derechos Humanos que ha promovido la Comisión de Comercio Internacional es una normativa sobre los productos o sustancias químicas que pueden ser usados para aplicar la pena de muerte, tortura o castigos degradantes, y evitar así que las exportaciones europeas contribuyan a violaciones de Derechos Humanos en países ajenos a los Veintiocho.

Imagen del documental 'Blood Mobile' sobre las minas del Congo.

Imagen del documental 'Blood Mobile' sobre las minas del Congo.

“Es una cuestión importante y delicada. Un mismo producto bien utilizado puede ser clave en un hospital para salvar vidas, pero mal utilizado puede ser usado para la tortura. Era necesario establecer una serie de medidas para controlar dónde van los materiales que se venden en la UE, evitar un mal uso, y también que se haga publicidad de este tipo de materiales”, explica el eurodiputado Santiago Fisas (PPE), también miembro de la Comisión de Comercio Internacional.

Existía una regulación al respecto (2006), pero esta tenía ciertas lagunas y era el momento de “actualizar” la normativa para evitar por ejemplo la publicidad, la venta en ferias o la asistencia técnicas en cómo utilizar esos instrumentos. “De hecho, algunos materiales usados para la pena de muerte en Estados Unidos eran fabricados en Europa. Al darse cuenta, fueron las propias empresas las que decidieron poner fin a ese comercio”, agrega Fisas.

“Europa es líder en defensa de los Derechos Humanos y exporta valores con iniciativas pioneras en el mundo como la de la restricción del comercio de productos usados para tortura y pena capital. Como los minerales en conflicto, son temas que preocupan a los ciudadanos, y nuestra responsabilidad es procurar que las leyes europeas velen por esos valores. Debemos continuar siendo un referente”, concluye Fisas.