El alma de la Eurocámara

La subcomisión de Derechos Humanos es una pieza clave del Parlamento Europeo porque sus resoluciones influyen en el trato de la UE con los países extracomunitrarios
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  Marcando el crecimiento

La Unión Europea (UE) trabaja para ser un referente para el mundo en materia de derechos humanos. Al menos ese es su deseo. Otra cosa es que los ciudadanos tengan o no esta percepción. La crisis de los refugiados no se lo ha puesto nada fácil. Exigir fuera lo que no se cumple en casa, al menos en algunos países del club, no parece razonable. “Tenemos que pasar de dar lecciones a dar ejemplo para ser más creíbles”, ha dicho la eurodiputada socialista española Elena Valenciano, quien durante la primera mitad de la presente legislatura europea –de cinco años–  ha presidido la Subcomisión de Derechos Humanos (DROI) del Parlamento Europeo (PE).

Compuesta por 30 eurodiputados titulares (cuatro de ellos son españoles) y 19 suplentes, la DROI tiene como misión principal estudiar y valorar la situación de los derechos humanos en los países extracomunitarios, y, en la mayoría de los casos lo hace sobre el terreno, enviando delegaciones al exterior. Estos días los eurodiputados andan enfrascados en la manera de dar respuesta a los desafíos que plantea el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El veto a la entrada en EEUU de los inmigrantes de siete países musulmanes y el visto bueno a la tortura, decisiones que atentan contra los principios y los valores de la UE, preocupan de manera especial a la DROI.

La Subcomisión de Derechos Humanos también tiene como una de sus principales objetivos “proteger a las minorías y fomentar los valores democráticos”, además de “garantizar que los derechos humanos estén en el primer plano de la política exterior europea”, según puede leerse en su página web. La DROI depende orgánicamente de la Comisión de Asuntos Exteriores del PE, una de las 22 con las que cuenta la Eurocámara.

A pesar de que las resoluciones adoptadas por el PE en materia de derechos humanos –en base principalmente a las informaciones y datos facilitados por el DROI– no son vinculantes, tienen su importancia por el “enorme impacto diplomático que suponen”, dice la eurodiputada Beatriz Becerra, quien recientemente ha sido reelegida para ocupar una de las cuatro vicepresidencias de la Subcomisión. 

Cláusula especial

En cualquier negociación o trato con terceros países, la DROI se encarga de que “los derechos humanos formen parte activa de la agenda”, explica Becerra. “Estamos siempre vigilantes”, añade la europarlamentaria, miembro del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por  Europa, quien no duda en calificar la DROI como  “el alma del Parlamento Europeo”.

De sus informes y consideraciones pueden depender las decisiones que tome la Comisión Europea a la hora de alcanzar acuerdos o pactos políticos y comerciales con terceros países.  De hecho, los pactos bilaterales y los diferentes acuerdos de cooperación y asociación con países extracomunitarios o con organizaciones regionales incluyen una cláusula sobre derechos humanos. No cumplirla puede suponer la reducción o la supresión de lo firmado. Hay que tener en cuenta, además, que los acuerdos necesitan ser ratificados por la Eurocámara para que entren en vigor.

En cualquier caso, las resoluciones propuestas por la DROI y aprobadas por el PE  “ayudan a dar a conocer” los abusos en materia de derechos humanos en el mundo. De lo que se trata es de que los informes actúen como caja de resonancia de las denuncias y que estas sirvan para mostrar el verdadero rostro de regímenes antidemocráticos, que silencian, persiguen y encarcelan a la disidencia, celebran elecciones fraudulentas y atentan contra la libertad de expresión y de movimiento. Y en el mundo ejemplos no faltan.

Como recuerda Becerra, los trabajos de la Subcomisión de Derechos Humanos se someten a consideración y discusión en la sesión plenaria de cada jueves en la Eurocámara, lo que ayuda a darles relevancia y a no dejarlos en el olvido. “Cada semana se pueden abordar hasta tres casos de violaciones de los derechos humanos”, dice la europarlamentaria. Además, toda la información que se ha reunido a lo largo del año se incluye en un extenso y detallado informe final, en el que figuran también las misiones llevadas a cabo por miembros de la DROI como observadores electorales en diferentes países del mundo.

Retos y objetivos

Pero, sin duda, el acto más mediático de la DROI es el Premio Sájarov de la Libertad de Conciencia, concedido cada año a una personalidad o colectivo que se haya distinguido por su defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales. La DROI participa en la selección previa de los tres finalistas del premio, cuyo ganador en última instancia es elegido por la llamada Conferencia de Presidentes, formada por el presidente del Parlamento y los de los diferentes grupos políticos de la Eurocámara.

El Premio Sájarov fue creado en 1988 en honor al científico, disidente en la exURSS y Premio Nobel de la Paz Andrei Sájarov. Los primeros premiados fueron el expresidente surafricano Nelson Mandela y, a título póstumo, el escritor y disidente soviético Anatoli Másrchenko. El premio más reciente, el del 2016, ha recaído en la Lamiya Aji Bashar y Nadia Murad, refugiadas yazidís perseguidas por el Estado Islámico, una candidatura en la que trabajó intensamente Becerra.

“Uno de los grandes logros es que el mundo identifique al Parlamento Europeo con los derechos humanos”, explica Becerra, y el Premio Sájarov ayuda a que sea así. La europarlamentaria española opina que la DROI debería de dejar de ser una subcomisión dependiente de Asuntos Exteriores para pasar a ser una entidad independiente y con carácter propio. Este es uno de los objetivos de la DROI durante esta legislatura. Otro de sus retos, explica la diputada, es profundizar en la fiscalización del dinero al desarrollo que otorga la UE, para penalizar a los que hacen mal uso de él y premiar a quienes lo invierten en beneficio de la comunidad, tanto a nivel político como económico y social.