Espanyol, si naciste (pa) martillo, del cielo te caen los clavos

El Espanyol, a Segunda: causas, reacciones y consecuencias del descenso perico

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Veamos, como he oído varias veces durante las últimas horas, que el Espanyol haya sido maltratado por los árbitros y el VAR en las últimas dos jornadas y que no haya podido llegar a la última jornada del campeonato, la 38, sí, con posibilidades de mantenerse en Primera División, no es culpa, en efecto, de cómo está montado el fútbol español, el negocio del balompié y ni siquiera de los colegiados y toooooodos sus ayudantes, que lo único que hacen es confundirle.

Aún hay mucha gente que defiende que, pese a las horribles (o casi) 35 jornadas anteriores, el Espanyol tenía derecho en las jornadas 36, 37 y hasta la 38 a jugarse la vida para salvarse. Y el argumento, claro, es el del mal, el del pésimo, el del horrible estudiante, que se mata a estudiar dos noches antes del examen para ver si saca buena nota, pasa el curso, tiene unas vacaciones de lujo y vuelve a ganarse nueve meses de fiesta hasta el siguiente apretón nocturno.

Ese dueño lejano

Pero no, el Espanyol da la sensación de que nació (pa) martillo y del cielo le han ido cayendo los clavos con los que ha cerrado su ataúd. A nadie le debe extrañar que los dos primeros equipos que han caído en el pozo de la Segunda División antes, incluso, de que acabe LaLiga, sean de dueños extranjeros. Miau. A nadie le debe extrañar que los pericos hayan sufrido su segundo descenso en cuatro años. Miau. A nadie le debe extrañar que, pese a darle las gracias por salvar (dicen) de la desaparición al club blanquiazul, Chen Yansheng jamás haya tenido un proyecto serio y, sobre todo, con grandes profesionales al frente del segundo club de Barcelona. Miau.

Suspensión mayúscula en gestión institucional, social y deportiva. Malos profesionales y/o inadecuados. ¡Pero si hasta ha puesto de CEO a su traductor! Cinco directores generales en poquísimo tiempo. Cinco directores deportivos en poquísimos años. Casi una decena de entrenadores. Y, sobre todo, desprecio total y hundimiento de la mejor cantera de Europa, convertida ahora en una (casi) del montón.

El centrocampista del Espanyol, Sergi Darder, al término del partido ante el Valencia y que ha representado el descenso de categoría del equipo

El centrocampista del Espanyol, Sergi Darder, al término del partido ante el Valencia y que ha representado el descenso de categoría del equipo / EFE/Biel Aliño

Da gusto oír hablar a Luis García. “No hemos bajado, no, por culpa de los árbitros, aunque lo de las dos últimas jornadas es de escándalo”. Miau. Da gusto escuchar las palabras de Sergi Darder. “Complicado pedir que mereces más cuando, en las 35 jornadas anteriores has estado mal, mal”.

Pero…nadie ha podido demostrar (aún) que el gol de Griezmann era gol, perdón, que el balón había entrado y, desde luego, si existiese la posibilidad de defender en un juicio, en un tribunal, en algún lugar donde impartan justicia que el tercero gol de ayer, el de César Montes, que salta limpia e impecablemente y le roba la cartera a un sobradito Mamardashvili, es gol, ese caso lo ganaría hasta el peor abogado del mundo. Bueno, basta con haber utilizado el VAR. Solo eso.

Es, sí, lo entiendo, la excusa del mal estudiante, pero incluso los malos estudiantes merecen esa última oportunidad: 4 de junio, RCDE Stadium, 21.00 horas, Espanyol-Almeria. Pero el gremio arbitral fue el último clavo. Y, créanme, este es un descenso peligroso, porque de la Segunda División solo se renace con un proyecto totalmente renovado. Y eso, con un traductor al frente, no parece misión sencilla.

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