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Economía circular

La oportunidad
circular

En la intersección entre los intereses ambientales y económicos hay un espacio con futuro

El mundo natural es un gran maestro. En él no existen los residuos, sino que la materia fluye. Desoyendo su lección, los humanos hemos implantado un enfoque mucho menos efectivo: producimos, utilizamos y desechamos. Es la cultura del clínex –usar y tirar–, mediante la cual explotamos una oferta finita de recursos naturales, al tiempo que generamos residuos tóxicos. Un modelo cortoplacista que, a la larga, será del todo inviable, dado el aumento de la demanda y la limitación de los recursos.

La denominada economía circular nos invita a abandonar las frustraciones del presente y apostar, con creatividad e imaginación, por repensar nuestro futuro e implantar una cultura del retorno. Y en este sentido, “los consumidores debemos ejercer un papel protagonista”, tal y como reflexiona el divulgador ambiental José Luis Gallego. “No creo en las medidas forzosas; porque el medioambiente, con palo, no entra”, avisa. “Creo en la implicación personal para protegerlo y apelo a la responsabilidad de cada uno para salvar lo que es de todos”.

Pero, ¿cuáles son las principales acciones que cada uno de nosotros podemos llevar a cabo? Gallego responde: “Reducir y reciclar los residuos que generamos en el hogar es una de las mejores contribuciones. Pero hay muchos otros, como por ejemplo hacer un consumo más responsable del agua basado en el ahorro y la reducción de contaminantes de nuestras aguas residuales. A esto hay que sumar la apuesta personal por la eficiencia energética y las energías renovables; el uso del transporte público o las alternativas al uso del coche privado; el consumo ambientalmente responsable (incorporar la variable ecológica a la hora de escoger un producto o servicio); y respetar y conservar la naturaleza, disfrutando en ella y no de ella”.

Sector empresarial

En el entorno empresarial, aún son muchos los factores que actúan como rémora para el cambio. “Muchos de los impactos ambientales se manifiestan en el largo plazo, mientras que la estrategia empresarial suele construirse a corto plazo. Además, se comete el error de ver las acciones empresariales como un gasto, y no como una oportunidad financiera y extrafinanciera”, explica Elena Ruiz, jefa de proyecto de Forética (asociación de empresas y profesionales de la responsabilidad social empresarial). La misma fuente apunta hacia “una aproximación al medioambiente desde el punto de vista de la sanción, en lugar del incentivo”, además de la “inexistencia, en algunos sectores, de una dirección de medioambiente con capacidad de influencia al más alto nivel”.

Y es una lástima. Porque la economía circular está demostrando altos niveles de rentabilidad y eficiencia. Por lo tanto, no estamos hablando únicamente de una obligación moral hacia nuestro entorno, sino también de una oportunidad de negocio, capaz de generar puestos de trabajo y enormes beneficios en las cuentas de resultados de las empresas que se pongan, con diligencia, manos a la obra.

Los pioneros en este campo ya se están beneficiando de las ventajas que representa implantar un sistema circular. Son casos de negocio inspiradores que alientan a otras empresas a seguir su ejemplo:

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