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23 marzo 2021

Más que un empleo, una
oportunidad para comenzar de nuevo

Después de sufrir abusos y violencia, y con solo 22 años, Rosi Cardona comienza ahora una nueva etapa gracias al puesto de trabajo que le ha ofrecido Clece, en colaboración con la Fundación Ana Bella

Texto: Eduard Palomares

El día que Rosi Cardona acudió a la entrevista de trabajo en las oficinas de Clece en Barcelona, frente a la playa de la Mar Bella, hacía un día horrible. Llovía, hacía frío y viento, y ella tenía algo de fiebre, estaba afónica y un ojo hinchado por una alergia. Pero en ningún momento se le pasó por la cabeza no acudir a la cita. Porque no se trataba solamente de conseguir un puesto de trabajo, sino más bien de la oportunidad de empezar una nueva vida. Una de verdad.

Con solamente 22 años, Rosi ha sufrido más que cualquier persona que le doble o le triplique la edad. E incluso algunos no llegarán a experimentarlo jamás. Ella prefiere no mirar atrás, así que simplemente diremos que es una superviviente de violencia machista y problemas familiares, y que al poco de pisar Catalunya procedente de su Honduras natal, la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA) se quedó en custodia a su hijo Steven, de 4 años. “Estaba metida en un pozo, desesperada, porque para recuperarlo me pedían papeles, trabajo y un piso. ¿Cómo iba a conseguir todo eso?”, rememora. De hecho, pensaba que no conseguiría jamás nada de eso, hasta que sucedió lo que ella define como “un milagro”.

Rosi Cardona, durante la entrevista en el exterior de las oficinas de Clece en Barcelona.

Aunque más que un milagro se trata del resultado de un acuerdo poco común en los tiempos que corren y que, por encima de cualquier otra cosa, busca ayudar a las mujeres supervivientes de violencia machista con algo tan simple y, a la vez tan difícil de lograr, como un puesto de trabajo. Una alianza entre Clece y la Fundación Ana Bella que sirve para culminar el proceso de recuperación de la autoestima y conseguir eso tan necesario para comenzar de nuevo: la independencia económica.

Una llamada de vuelta

Volviendo al ‘milagro’, se materializa de un manera un tanto asombrosa, eso sí. Rosi explica que comenzó a llamar a entidades de apoyo a las mujeres en busca de un resquicio de esperanza, hasta que contactó con una asociación de Sevilla. “Me dijeron que me llamarían”, recuerda. Y un día sonó el teléfono, pero la llamada no procedía de Andalucía, sino que al otro lado de la línea estaba Chus Ezquerra, responsable de la Fundación Ana Bella en Catalunya. “Se mostró muy interesada en ayudarme y me dijo que encontraríamos una solución a mi caso. Y yo sabía que lo decía de verdad, aunque no sabía cómo podría lograr algo así”, comenta Rosi. Pero solo hay que hablar unos minutos con Chus para comprender que es de esas personas que removería el cielo y la tierra tantas veces como hiciera falta para conseguir lo que se propone.

“Rosi ha sufrido una vida muy dura, pero la ves tan dulce y con tanta voluntad... ¡Teníamos que ayudarla!”

Chus Ezquerra, responsable de la Fundación Ana Bella en Catalunya.

En la Fundación Ana Bella apoyan a las mujeres supervivientes de violencia de género, pero no lo pueden hacer solas, y más en un contexto en que los recursos públicos escasean. Y aquí entra en juego la colaboración con Clece. “Mira que he oído casos espantosos, pero el de Rosi era de los más severos. Ha sufrido una vida que no te la puedes creer, pero es real, y luego la ves a ella, tan dulce y con tanta voluntad… Llamé a Susana y le dije, tenemos que ayudarla como sea”.

Se refiere a Susana Cervelló, técnica de selección de Clece, quien recuerda ese día ventoso en el que Rosi se sentó frente a su mesa, casi sin voz: “Me tocó el alma, tenía una gran desesperación por conseguir un trabajo, pero a la vez vi que era una mujer muy fuerte, valiente, sin miedo y con ganas de salir adelante”.

Un año entero de contrato

Necesitaba, además, algo más que un trabajo: un contrato de un año de duración de 40 horas semanales, requisito indispensable para conseguir regularizar su situación en España. Y Susana se lo consiguió, con un puesto de limpieza en unas dependencias municipales. Chus Ezquerra no escatima elogios: “Se han portado de manera extraordinaria. De hecho, llevamos 10 años colaborando con Clece y siempre ha sido así, somos ya una familia, me da mucha tranquilidad saber que puedo contar con ellas. Todas las personas de la compañía que trabajan con mujeres supervivientes son empáticas, decididas y se dejan la piel por ellas. Les estoy eternamente agradecida”.

Chus Ezquerra.

Porque, en casos así, en que las mujeres cargan con un historial de maltratos físicos y psicológicos, el principal reto no es conseguir un trabajo, sino mantenerlo. Tal y como explican en la Fundación Ana Bella, la violencia machista genera toda una serie de secuelas psicológicas y cognitivas, se sienten anuladas y están atemorizadas. “Las heridas se curan, pero siempre queda la cicatriz”, remarca Chus. A lo que hay que sumar que normalmente tienen a sus hijos a cargo y necesitan conciliar. “Si no trabajan, su vida se hunde, pero al mismo tiempo necesitan que las traten con una gran dosis de amor, paciencia, delicadeza y empatía. Y en Clece son conscientes de ello”, añade.

Una alta dosis de sensibilidad

En este sentido, el compromiso social de Clece persigue, entre muchos otros aspectos, ofrecer oportunidades laborales a personas pertenecientes a colectivos desfavorecidos o en riesgo de exclusión social. Y aunque la máxima siempre es la misma –encontrar la persona adecuada para cada puesto de trabajo–, cuando frente a la mesa de Susana Cervelló, o cualquier persona del equipo de selección, se sienta una superviviente de violencia machista, la entrevista de trabajo se convierte en algo distinto: “No puede ser un trámite más. Muchas de ellas tienen un historial tremendo de maltratos y necesitan mucha sensibilidad, delicadeza y confidencialidad, dándoles espacio para que hablen con libertad. El objetivo en ese momento es ver si están preparadas anímica y emocionalmente para asumir un puesto de trabajo”.

Las tres protagonistas de la historia, juntas de nuevo.

Tal y como comentaba Chus Ezquerra, las cicatrices se manifiestan en forma de miedo, desconfianza y dependencia, por lo que ha de existir un trabajo previo de empoderamiento por parte de la candidata (cuando tiene la suerte de contar con el apoyo de organizaciones como Ana Bella), pero también una mayor sensibilidad por parte de la empresa que la contrata.

“Cuando entrevistamos a una superviviente de violencia machista para ofrecerle un trabajo, no puede ser un trámite más. Necesitan mucha sensibilidad, delicadeza y confidencialidad”

Susana Cervelló, técnica de selección de Clece.

“Somos muy sinceras sobre los requisitos que precisa el trabajo, pero les ofrecemos acompañamiento, flexibilidad si tienen que hacerse cargo de sus hijos, somos comprensibles con sus temores o si se produce algún desajuste en el empleo, porque lo que queremos es que la inserción sea una éxito. Y que ellas den el paso definitivo para recuperar su vida”, detalla Susana. Y así suele ser, como está a punto de suceder con Rosi Cardona.

Con ganas de, por fin, trabajar

Con el contrato de un año ya presentado, ahora solo falta que le den una respuesta afirmativa para obtener la nacionalidad española. Y entonces todo se pondrá en marcha: trabajar, obtener unos ingresos, alquilar un lugar estable donde vivir, recuperar a su hijo y empezar una nueva vida. No hubiera sido posible sin esa alianza entre la Fundación Ana Bella y Clece.

Rosi, Chus y Susana charlan durante su reencuentro en Clece.

Ahora ya depende de Rosi, y parece que va por buen camino. “Estoy muy motivada, contenta y con muchas ganas de trabajar. Me queda aún un poco, pero estoy recuperando la confianza, y después de tantos ‘noes’ en mi vida, ahora quiero centrarme solo en los ‘síes’”, comenta con una sonrisa que se intuye por debajo de la mascarilla. Incluso si se le pregunta por el futuro lejano, confiesa que le gustaría ser azafata de vuelo. Parece lógico que, después de sufrir tanto, ahora solo sueñe en volar.