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El 18 de febrero las calles de Barcelona se llenaron de cientos de miles de personas que le gritaban al mundo “Queremos acoger” y le exigían al gobierno de España que cumpla con sus obligaciones. Hasta septiembre de este año deberían llegar a nuestro país 17.337 personas procedentes de campos de refugiados de Grecia, Turquía y Líbano pero por ahora solo lo han hecho 1.034. La manifestación fue convocada dentro de la campaña Casa Nostra Casa Vostra, que aglutina numerosas entidades y cuenta con el apoyo total del Ayuntamiento de Barcelona, para dar visibilidad a la situación que están padeciendo millones de personas en las fronteras de Europa.

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Además de salir a la calle y presionar a las autoridades, es importante “acoger a todas las personas que estén llegando o que ya lleven tiempo entre nosotros en las escuelas, en los barrios, en las asociaciones”, explica Blanca Garcés-Mascareñas, especialista en inmigración e integración del CIDOB (Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona). Según la investigadora, este trato no se debe dar exclusivamente a las personas que tienen el estatuto de refugiado. “La distinción entre un inmigrante económico, que migra en busca de una mejor vida, y el refugiado que huye de una guerra, es una distinción meramente política y legal”, señala la investigadora, y esta diferenciación se olvida de que cualquier persona tiene derecho a migrar independientemente de las razones que la empujen a hacerlo.