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La vulnerabilidad de nuestros mayores

Un anciano, sentado solo en el banco de un parque de Barcelona. 

Un anciano, sentado solo en el banco de un parque de Barcelona.  / JULIO CARBÓ

Ayer alguien (una o dos personas, quien lo puede saber sin memoria) le robó los dos anillos que llevaba mi padre, enfermo de Alzheimer, mientras estaba sentado en un banco cerca de casa en Nou Barris (Barcelona), en el barrio de la  Guineueta. Este barrio cada vez es mas inseguro para nuestros mayores, de eso no cabe duda. Ya no solo tenemos que sufrir por pensar que mi padre se aleje un poco y no recuerde cómo volver a su casa sino porque alguien sea tan insensato como para ver su debilidad y engañarle de esa manera.

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Felicidades a los ladrones. Mi padre ya no se acuerda de vosotros por mucho que hayamos hecho la denuncia... Lo intentasteis una vez sin suerte, seguro que hacía tiempo que lo observábais,  y esta vez os salisteis con la vuestra. Ahora a ver quién es la siguiente víctima porque mi padre, pobre, ya no puede llevar nada de valor, apenas unas monedas en su bolsillo.

Esta es otra de esas cosas, entre las muchas que tiene, por las que el Alzheimer es una pesadilla... Porque ya ni siquiera nuestros mayores pueden estar tranquilos sentados tomando el sol en un banco sin pensar que alguien se pueda apropiar de lo que no es suyo.

Era su sello... Desde bien pequeña le he visto con él en su dedo y ya solo será un recuerdo más que al menos yo de momento no borraré de mi memoria.

Y era su alianza. Material al fin y al cabo cargado de sentimientos, pero debemos estar agradecidos de que a mi padre no le haya pasado nada peor, aunque quizá tampoco lo hubiera recordado. 

Allá cada uno con su conciencia.

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