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"¿Cuándo volveré a casa?"

Carretera sin apenas tráfico en la entrada a Barcelona por la Autopista del Vallés 

Carretera sin apenas tráfico en la entrada a Barcelona por la Autopista del Vallés  / Europa Press

La incertidumbre que nos envuelve a todos aquellos que vivimos fuera de nuestro país empieza a ser algo molesto. Después de un año de pandemia, vivir en el extranjero deja de ser una aventura enriquecedora para transformarse en una aventura inquietante. Con los cierres de las fronteras y todos los requisitos que son necesarios para volver a casa, la sensación de estar encarcelados en nuestra propia vida es un peso que cada día llevamos con nosotros. Nadie nos obligó a irnos de nuestro país para comenzar una nueva vida, pero tampoco nadie nos avisó de que esto comportaría pedir permiso para volver.

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Toda esta situación nos priva del amor de nuestra familia, de tiempo de calidad con aquellos a los que queremos, y nos obliga a ser más fuertes, a tener ilusión y a no dejar que esto nos afecte en nuestro día a día, pero creedme cuando os digo que no está siendo fácil. Vivo con la ilusión de que abran las fronteras de Portugal para poder subir al coche con mi marido y mis hijas y recorrer kilómetros y hacer horas de viaje para abrazar a nuestra familia.

Llevo meses sin poder responder a la pregunta diaria de "¿cuándo vamos a ver a los abuelos?", y os puedo asegurar que se ha convertido en un tema inquietante en casa, puesto que la decisión de irnos a vivir fuera fue nuestra, pero la culpabilidad que se siente al pensar que estamos privando a nuestra familia de ver crecer a nuestros hijos, es un sentimiento tan pesado como triste. Las videollamadas ya no son suficientes, necesitamos la calidez de un contacto próximo y cercano.

Estoy segura de que muchos me entenderán, y desde aquí os envío toda la fuerza que tengo para animaros a seguir, y con la certeza que ya falta un día menos para volver.

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