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Volver a Barcelona, cada vez más difícil

La Ronda de Dalt, a su paso por la plaza de Alfonso Comin.

La Ronda de Dalt, a su paso por la plaza de Alfonso Comin. / CARLOS MONTANYES

Dave Martin

No soy el único que ha tenido que irse de Barcelona. A muchos amigos y conocidos también les ha pasado lo mismo o algo similar. En el 2005, tuve que irme porque me subían el precio del alquiler del piso en el que vivía en el barrio de El Clot -tenía 65 metros cuadrados y pagaba 700 euros-. Me fui a Navarra en busca del apoyo de la familia de mi mujer.

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El verano pasado volví a Barcelona a pasar una semana a casa de mis padres, también en el Clot, y me encontré con un cambio de política en lo referente a los aparcamientos de la zona verde y azul: ya no era gratuito en agosto. Por suerte, mi padre alquila una plaza y el dueño, un vecino de toda la vida, me permite usarla aunque, según el contrato, no puede aparcar otro coche que no sea el de mi padre.

Parece ser que en el 2020 ya no podré ir en coche a Barcelona porque mi coche es un diésel de julio del 2005. Como estoy en paro, creo que no podré comprar un coche hasta que lleve al menos cinco años trabajando en un sitio para poder ahorrar y tener una mínima seguridad, más los años que tarde en encontrar trabajo.

Ya no voy a poder hacer visitas esporádicas a mis padres desde el pueblo de Navarra en el que vivo. En 5 horas en coche llego a Barcelona, pero en trasporte se convierte en 8 horas. Muchas gracias por echarme de mi ciudad natal y ponerme más trabas para ir a ver a mi familia.

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