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"Un viaje a los veranos que muchos vivimos"

Un ’pitufo’ (casi cada color tenía su sobrenombre) encabeza una marcha de 600 en Montmeló.

Un ’pitufo’ (casi cada color tenía su sobrenombre) encabeza una marcha de 600 en Montmeló. / ANNA MAS TALENS

En estos tiempos que nos toca vivir, con medidas restrictivas respecto a la movilidad, con algún familiar o amigo enfermo –por no decir haber perdido a un ser querido- con la angustia de si nos vacunarán más pronto o más tarde, con la incertidumbre de si el negocio o el trabajo nos fallará, y después de tantos meses a cuestas que ya llevamos, muchas personas lo acusan tanto física como psicológicamente. La lectura puede ser un remedio más que nos ayude a llevar todo esto un poco mejor.

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Pasada la Semana Santa, el verano está a la vuelta de la esquina y no sabemos si podremos movernos de donde residimos. Es otra incertidumbre más aunque cada día nos repitamos que la salud es lo principal.

He autoeditado un libro versado en el recuerdo de cómo eran los veranos en nuestra infancia y adolescencia. En los años 70 la mayoría pasábamos el verano en el pueblo, ya fuera de los padres o de los abuelos. Viajar o volar por aquel entonces se reservaba a la gente adinerada. En cambio, en el pueblo no había agua corriente, teléfono o canalización de aguas residuales. Tampoco existían las autovías ni los grandes coches, ni las comodidades de hoy en día, tan marcadas por los móviles e Internet. Entonces éramos felices en el entorno rural, los juegos en la plaza o en las calles, ver pasar rebaños de ovejas, abrevar a las mulas o participar en las actividades de la fiesta mayor.

Relato todo esto en mi libro 'Té de roca', en versión en castellano y en catalán. Mi pueblo era Calasanz, en Huesca, en la denominada Franja de Aragón, donde sus gentes hablan una mezcla de catalán, castellano y aragonés, que también refleja el libro. En los años 50 muchos aragoneses tuvieron que dejar la tierra que les vio nacer y desplazarse a otros lugares, como Barcelona, para ganarse el sustento. En los veranos de los 70 y posteriores volvieron al pueblo con sus hijos y nietos para pasar las vacaciones. El libro es un viaje a los veranos que muchos vivimos.

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