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"Cada vez que cierra un negocio de barrio..."

Un comercio del barrio de Sant Antoni de Barcelona con la persiana medio bajada, el 14 de abril.

Un comercio del barrio de Sant Antoni de Barcelona con la persiana medio bajada, el 14 de abril. / JOAN CORTADELLAS

Dario Fernández Graziano

Con la pandemia se ha acelerado una tendencia ya existente desde hace unos años: los negocios de barrio están desapareciendo. La incertidumbre económica ha cerrado todavía más persianas que no sabemos si volverán a subirse. Librerías, bares, kioscos, ultramarinos; esos rincones sin los que los barrios se vacían. Y es que los nuevos comercios que abren en su lugar, si es que lo hacen, ya no tienen ese trato tan amable y cercano de quien ha vivido toda una vida entre esas calles. Esas librerías donde cada libro tenía una historia y cada historia tenía su libro. Los bares donde el camarero se aprendía nuestra comanda o la tienda de gominolas de la esquina que nos fiaba esos céntimos que nos faltaban para comprar un regaliz.

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Pasear y ver los escaparates vacíos hace que uno se sienta perdido, en un lugar que ya no reconoce como suyo. Sin esas pequeñas cosas de cada día se hace muy difícil sentirnos gente de barrio. Porque los carteles de 'Se vende' no nos devolverán nunca esas anécdotas de toda una vida que se esfuman cada vez que cierra un negocio de barrio.

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