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"Veamos a los migrantes del Aquarius como una oportunidad, no como una carga"

Inmigrantes rescatados en alta mar por el buque Aquarius son transferidos a una patrullera de la Guarda Costera Italiana

Inmigrantes rescatados en alta mar por el buque Aquarius son transferidos a una patrullera de la Guarda Costera Italiana / Kenny Karpov / SOS Mediterranee

Fermín Mira

Durante estos últimos días, debido a llegada de los inmigrantes del barco Aquarius, se escuchan voces de todo tipo, muchas de ellas en clave de solidaridad viendo la acogida de estos inmigrantes como un deber moral al que no debemos dar la espalda. Por otro lado, otras muchas que ven esta llegada como una carga que va a suponer una merma en nuestra calidad de vida y en las cuentas del Estado. En cualquiera de ambos casos, se ve esta llegada como algo que supone un coste para todos.

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Sin embargo, hay razones para discrepar sobre este coste. El principal motivo está en la tasa de natalidad en España, que en 2015 se situaba en 1,3. Este valor está muy por debajo de la tasa de reposición de 2, lo cual nos deja como país en una situación muy delicada, y en particular a nuestro sistema piramidal de pensiones, sumado a otros muchos problemas que acarrea una sociedad envejecida. Con estos datos en la mano, una de dos, o encontramos la forma de subir la natalidad de forma significativa, lo cual sería en todo caso una solución ya más a largo plazo, o traemos a gente de fuera.

Un estado en el que cada vez hay menos gente en edad de trabajar debe de ser capaz de proporcionar los medios necesarios para activar la economía y dar salida laboral tanto a los autóctonos como a la gente venida de fuera, gente en general con buena salud y capacidad de adaptación. Por otra parte, no todos los que vienen de fuera van a competir con los puestos de trabajo disponibles. Muchos de ellos pueden convertirse en autónomos que generen servicios por sí mismos, o incluso crear sus propias empresas que podrían generar nuevos puestos de trabajo.

A parte de este beneficio económico, una inmigración bien gestionada y repartida en todo el territorio puede generar un ambiente de multiculturalidad que nos enriquezca a todos. Es importante, en este caso, evitar los guetos que aíslen a estos colectivos y generen incomodidad en la población autóctona.

Con todo esto, en vez de ver a estos posibles inmigrantes como una carga para nuestra economía, veámoslos como una oportunidad de aportación mutua. Una relación simbiótica donde ellos pueden abandonar unos países donde su vida no tenía futuro, y nosotros conseguir ese rejuvenecimiento de nuestra población tan necesario y al mismo tiempo un enriquecimiento cultural.

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